11 de mayo de 2011

Cuadernos hispánicos (IV): Bayas y Gijón

Es el último día que pasaremos en Asturias, así que decidimos que nuestra ruta será en plan más relajado que el resto del tiempo, sobre todo porque después de la espectacular cena que nos han puesto los dueños de la casa donde nos alojamos, las uvas, el champán, etc. nos hemos acostado tarde (no demasiado) y por lo tanto no madrugamos como otros días.

A media mañana, más bien casi rozando el mediodía, llegamos a la pequeña localidad de Bayas, donde nos han recomendado visitar su playa, también conocida por su tamaño como el playón de Bayas. También nos han dicho que justo por encima de esta playa pasan los aviones que salen de Asturias, y efectivamente tenemos ocasión de ver uno mientras estamos paseando por allí; seguramente sea el único vuelo del día, porque el 1 de enero no creo que el aeropuerto de Oviedo esté demasiado concurrido... O quizá sí, quién sabe. El caso es que nos han dicho que esta playa es enorme, pero la verdad es que no pensamos que lo sería tanto. Siempre suelo poner fotos o bien de paisajes o bien de monumentos, pero siempre solos; en este caso he colocado una foto en la que aparezco yo en la playa, para dar una mejor idea del tamaño que tiene.

Después de recorrer un buen trecho de playa, nos dirigimos hacia Gijón. No nos resulta demasiado difícil encontrar un sitio donde dejar el coche para poder recorrernos la ciudad caminando. Además da gusto pasear hoy, porque parece casi una ciudad desierta; deben de haber trasnochado mucho todos, porque no se ve prácticamente ni un alma.

Al llegar frente a la playa de San Lorenzo, decidimos en primer lugar recorrerla hacia nuestra izquierda, en dirección a la iglesia de San Pedro y al barrio de Cimadevilla, que está en la parte más alta de la ciudad. Allí arriba, en el cerro de Santa Catalina, en pleno parque de la Atalaya, encontramos un curioso monumento; se trata del elogio al horizonte, del escultor Chillida. Es una escultura de hormigón que fue concebida para ser contemplada desde el interior, ya que en ella se crea un efecto caracola y si nos situamos justo debajo podemos escuchar perfectamente el eco del mar.

Dejamos a nuestra espalda el monumento y seguimos andando para rodear el parque de la Atalaya; de nuevo bajamos hacia el paseo marítimo, donde deshacemos nuestros pasos y recorremos la playa de San Lorenzo hacia el lado opuesto.

Pasamos de nuevo por la iglesia de San Pedro, y aunque nos paramos para verla sólo podemos hacerlo por fuera, ya que se encuentra cerrada. Aun así, merece la pena dedicarle un rato para observarla con toda tranquilidad. Además al ser un día festivo vamos a encontrarnos con que prácticamente todo está cerrado, así que nos dedicamos sólo a pasear relejadamente por Gijón hasta que, siguiendo la línea de la playa, llegamos hasta el parque de San Francisco.

Una vez en el parque sí nos encontramos con más gente; claro que ya es media tarde y la mayoría han descansado, se han recuperado de la resaca de Nochevieja (los que hayan sufrido resaca), y poco a poco vemos cómo las calles se van llenando de gente. Pasamos un rato bastante largo paseando por el parque, haciendo fotos y observando a los diferentes animales que hay por allí. Tras llegar finalmente al estadio del Molinón, volvemos hacia el sitio donde habíamos dejado el coche y nos dirigimos de nuevo a Valdredo. Hay que preparar las maletas para volver a casa al día siguiente...

4 comentarios:

  1. Está visto que tendré que volver a Asturias a visitar la parte más occidental...

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  2. LAKY: Bueno, al menos Gijón sí que os pilla un poco más cerca...

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  3. Qué playa más bonita!!! La verdad es que Asturias es una maravilla, a nosotros nos encanta, bueno, todo el norte en general, lo verde, el mar...

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  4. matiba: Sí, tienes toda la razón con que Asturias es una maravilla, y también todo el norte en general. Aunque tu tierra la tengo menos explorada...

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