Es nuestro último día en Lisboa, así que decidimos visitar un sitio que nos pilla justo en el otro extremo de la ciudad; desde allí pondremos rumbo a Coimbra.
El lugar elegido para visitar esta mañana es el Parque de las Naciones, el lugar donde se organizó la Expo de Lisboa de 1998; su principal atractivo es el famoso puente Vasco de Gama, el más largo de Europa con sus 17 kilómetros. Esta zona está llena de sitios donde poder tomar algo, además de tener una extensión bastante grande de lagos, puentes de madera y parquecillos, todo ello muy zen. También hay un funicular que te da un paseo sobrevolando el lugar; como para variar hemos sido madrugadores y aún está casi todo cerrado, decidimos hacer tiempo dando una vuelta por la "zona zen", y después nos montamos precisamente en el funicular. El trayecto no es demasiado largo ni tampoco demasiado espectacular, pero merece la pena pasar un ratillo de relax y contemplar las vistas desde la altura (que tampoco es demasiada, todo hay que decirlo).En el Parque de las Naciones se siguen conservando los diferentes pabellones que se utilizaron en su día para la Expo, y uno de los más destacados es el que alberga el Oceanario. Junto a la entrada nos encontramos a la mascota del recinto, que creo recordar que se llama Vasco.
En el interior del oceanario nos pasamos una buena parte de la mañana, ya que el recinto es bastante grande y además eso de mirar peces, pingüinos, nutrias y otros animalillos marinos, e incluso pájaros de las zonas tropicales, es de lo más entretenido. El edificio del oceanario tiene tres plantas, que se encuentran divididas en diferentes secciones: cada una de ellas está dedicada a un mar o a un océano distinto, y en ellas podemos ver a las especies marinas correspondientes a la zona en concreto.
Entre recorrer todo el edificio, visitar todas las zonas, observar a todos los animales (en un par de recintos podemos ver a los criadores dando de comer a los pingüinos y a las nutrias), hacer fotografías (están prohibidas con flash) y cómo no, visitar la tienda de regalos, que siempre están colocadas en el lugar más estratégico, se nos pasan volando las tres horas que estamos por allí. Después de haber visitado el resto de lugares de Lisboa, la zona del Parque de las Naciones me llama la atención porque contrasta muchísimo con las demás. Pero merece la pena, y a mí es una de las cosas que más me gusta.
Entre recorrer todo el edificio, visitar todas las zonas, observar a todos los animales (en un par de recintos podemos ver a los criadores dando de comer a los pingüinos y a las nutrias), hacer fotografías (están prohibidas con flash) y cómo no, visitar la tienda de regalos, que siempre están colocadas en el lugar más estratégico, se nos pasan volando las tres horas que estamos por allí. Después de haber visitado el resto de lugares de Lisboa, la zona del Parque de las Naciones me llama la atención porque contrasta muchísimo con las demás. Pero merece la pena, y a mí es una de las cosas que más me gusta.
Y después de la visita al oceanario, y un último garbeo por el parque para volver de camino al aparcamiento en el que habíamos dejado el coche, aquí termina nuestro viaje por Lisboa. De camino hacia Coimbra, donde tenemos previsto llegar a última hora de la tarde, hacemos una parada técnica en Fátima; esta parada no estaba prevista, pero como es ya la hora de comer y justo andamos por allí, decidimos hacer un alto en el camino y de paso echar un vistazo. Me quedo un poco sorprendida de ver la cantidad de gente que hay, las colas para comprar velas, los peregrinos que recorren todo el recinto (que es bastante grande) de rodillas hasta llegar al sitio donde está la imagen de la virgen de Fátima... Será que no estoy acostumbrada a estos espectáculos.
A última hora de la tarde, como habíamos previsto, llegamos al hotel Bragança de Coimbra después de dar unas cuantas vueltas porque la gente a la que preguntamos no tiene ni idea de cuál es la calle en la que se supone que está... Decidimos darnos una pequeña vuelta por la ciudad, aprovechando que el hotel está en pleno centro; buscamos un sitio donde cenar y nos vamos a dormir temprano, que en Coimbra sólo pasaremos una noche y al día siguiente hay que ver unas cuantas cosillas...
A última hora de la tarde, como habíamos previsto, llegamos al hotel Bragança de Coimbra después de dar unas cuantas vueltas porque la gente a la que preguntamos no tiene ni idea de cuál es la calle en la que se supone que está... Decidimos darnos una pequeña vuelta por la ciudad, aprovechando que el hotel está en pleno centro; buscamos un sitio donde cenar y nos vamos a dormir temprano, que en Coimbra sólo pasaremos una noche y al día siguiente hay que ver unas cuantas cosillas...
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