Se me ocurre, como medida radical, que lo mejor sería emigrar, pero ¿a dónde? Pues no sé, esto de la globalización es una lata: parece que está el mundo entero fatal, pero me he enterado que en la subasta de las joyas de Liz Taylor, en Nueva York, el maravilloso collar de diamantes creado para lucir la excepcional perla La Peregrina se adjudicó a un anónimo comprador por 9 millones de euros. Se ve que la crisis es menos para según quien, y que sigue habiendo y habrá gente con mucho dinero para gastar...
E hilando, hilando, también es sabido que los ricos son ahora más ricos y los pobres más pobres. Y que los ricos buscan gastar su dinero en artículos de gran lujo...
Sigamos hilando... ¿Hay crisis en Suiza? Nadie lo dice, a pesar de que es un país que está en Europa y Europa está al borde del precipicio. ¿Es Suiza Europa o es un continente aparte?
Sigamos con el hilo. En Suecia, país donde es de todos conocido que hace un frío horroroso en invierno y no muy favorable el resto del calendario, la mayor parte de su población se desplaza en bicicleta. Y juegan al golf todo el año, incluso en los oscuros días de invierno. Se iluminan los campos de golf y los suecos juegan con entusiasmo a temperaturas a las que yo no me movería de la cama, bien tapada bajo diez mantas.
Es decir, para no aburrir con el hilo.
Lo que este país, por ser el más cercano que me toca, necesita antes que nada es un cambio de mentalidad radical. Emulando a nuestros vecinos franceses, que defienden, presumen y se enardecen cuando hablan de su patria, España es un país que lo tiene todo.
¿Quiere usted cultura? Pues de norte a sur, de este a oeste, somos un país plagado de historia, desde celtas a romanos, visigodos, bizantinos, Al-Ándalus; con expresiones artísticas únicas de todos los periodos históricos, desde la prehistoria hasta ayer mismo. ¿Quiere usted sol y playa? Hay para escoger, desde las paradisíacas Islas Cíes en el Atlántico, hasta la internacional Ibiza y la isla del Hierro, pasando por todas las costas de nuestra geografía. Playas hay para aburrir. ¿Quiere usted gastronomía? Además de la sin par paella, famosa en el mundo, tenemos una gastronomía espectacular, de productos excelentes, que no voy a enumerar por no cansar al personal. ¿Quiere usted esquiar? Pirineos y Sierra Nevada, por poner los dos puntos geográficos opuestos, con la ventaja de estar a pocos kilómetros del mar y sus maravillosos paisajes, un contraste que en Europa Central va a ser que no se da...
En fin, que está claro, tenemos de todo y todo bueno. Pero pregúntenle a un "guiri" por España:
- Ouhh, España, olé, torero, Barcelona, sangría, paella, siesta, Ibiza, "movida", Almodóvar, "chicas calientes", Quijote, Museo del Prado...
Un momento.
¿Chicas calientes? ¿Es esa la idea que exportamos? ¿Cómo, cuándo, por qué? Anécdota personal respecto a este curioso tema. Es inevitable que cuando viajas y entras en algún comercio, tienda o afín, al hablar va a notar el "indígena" que tú eres "guiri". Los hay que intentan averiguar tu nacionalidad.
- ¿Italiana? (siempre es la primera opción. Nunca me preguntarán si soy inglesa porque mi dominio del inglés va a ser que no lo hace necesario).
- No.
- ¿Brasileira?
- ¿¿...?? No (puedo asegurar que tengo pinta de cualquier cosa menos de brasileña. Lo de italiana tiene un pase, por cercanía, pero ¿brasileña?).
Para acabar con la incertidumbre, al final lo dices.
- Española.
Y, efectivamente, es decir española y si el interlocutor es del género masculino, se le cambia la cara.
- ¡Ohhhh, españolaaaa!
Y te mira sonriente pero raro, como si antes fueras transparente y ahora es la primera vez que te ve.
No se qué ni de qué fama tenemos las "españolas" por ahí fuera, pero empieza a preocuparme... La próxima vez voy a decir que soy belga, a ver qué pasa, pero mucho me temo que eso del "mito latino" también nos alcanza a las mujeres y no me gusta demasiado. ¿Será por la ópera Carmen que nos ven a todas de hombre en hombre y con la navaja en la liga? ¿Pe y su Oscar por "española gritona" que tanto ha subyugado a los estadounidenses?
Curiosamente la ciudad española más conocida por los extranjeros es Barcelona, no Madrid, ni Sevilla, ni siquiera Granada. Resumiendo, que me enredo con el hilo: el futuro de España es convertirse en la Florida europea. De hecho, no se qué pinta Eurodisney en París, una ciudad con 300 días de lluvia al año y un frío considerable en épocas invernales; doy fe de que pasear por Eurodisney en febrero es una experiencia poco o nada gratificante. Es decir, sí lo se y lo sabemos porque, de hecho, el proyecto Disney para Europa era España, pero pasó lo que pasó, y se optó por la situación central de París en vez de la obvia del sol español.
El problema es que para atraer a la clientela que se necesita para ser competencia de destinos de lujo consolidados, como la Costa Azul francesa o la Cinque-Terre italiana, hace falta algo que aún no tenemos, y es la excelencia en el servicio. Y los países del entorno norteafricano nos hacen desleal competencia por los bajos salarios. Está dificil pero no imposible, aquí hay más que ofrecer, pero hay que darlo a conocer. En España se le tiene un asco desmedido al lujo, al menos al ajeno, y decir "excelencia" nos suena más a embajador extranjero que al buen quehacer en un trabajo, el que sea. No se han hecho las cosas como se tenían que hacer y lo peor es que aún arrastramos muchos tabús, propios y ajenos.
Primero, porque el turismo español como tal lo inventaron empresarios hosteleros alemanes e impusieron durante años sus condiciones. Luego, por ganas desmedidas de provechar la inesperada gallina de los huevos de oro. Y hasta no hace mucho, por pura desidia y mala costumbre. Hay, sin duda y como no podría ser de otra manera, casos de excepcional calidad, porque hay mucha gente con talento en este país y debería cundir el ejemplo. Hay que emular a los primeros de la clase, no a los que hacen pellas.
La gente se descojona viva cuando yo digo que España se tiene que convertir en el mayor campo de golf del mundo.
- Jaja, qué elitista eres.
Perdona, de elitista nada. En el resto de Europa juega todo el mundo al golf de forma habitual, como aquí al fútbol o al tenis, que jugar al golf no es como tener un yate de 35 metros de eslora. También hace años se consideraba elitista jugar al tenis, y ya ves, ahora hay pistas municipales en todas las ciudades y pueblos y todos tenemos alguna raqueta por casa o en el trastero. Yo es que es meterme por la ancha Castilla y pensar que anda que no estarían encantados los suecos de disponer de tanto espacio y sol radiante para poner a funcionar sus palos de golf.
Pero nada, que no cunde el ejemplo. La gente prefiere cultivar cosas extrañas pero subvencionadas por la Unión Europea. No voy a contar los casos sangrantes de hectáreas y hectáreas dedicadas a cultivos para lograr subvenciones, y cosechas que se destruyen porque no tienen salida. Y eso se sabe, se consiente y no da dinero más que a los tres listos que se enteran de cómo chupar de la teta europea en su solo beneficio. Eso sí es elitista y no el golf. Otro problema, y grave, es que siendo el turismo una de las fuentes de ingreso de dinero más importante de este país, la mayoría de los trabajadores del sector tienen una preparación precaria. De hecho, en zonas muy turísticas, los jóvenes dejan los estudios para trabajar en el sector turístico.
Y eso es un contrasentido: para atender a los clientes, patrios y foráneos, hay que tener un mínimo de saber estar, saber hacer las cosas, y esto por desgracia no se dan en muchos casos. Ya no en los negocios modestos, sino en los grandes hoteles o en lo que se supone que son grandes hoteles, en los que el servicio al cliente es fundamental. O una forma de tratar al cliente como si se le estuviera haciendo un favor, que es aún peor que un trato descuidado. El problema más inmediato es que bajan los sueldos pero no se ve que bajen los precios. Si bien es cierto que hay ciertos derechos que no se pueden tocar, hay que reconocer que la situación económica es terrible y hay que replantearse las cosas.
No diré que al mismo nivel que Japón al terminar la II Guerra Mundial, cuando todo el país se convirtió en un solo engranaje destinado a salir de ese inmenso agujero como fuese, trabajando, trabajando y trabajando. Y no les ha ido mal. No es lo mismo, pero la solución es similar. Este país lleva años gastando lo que no tiene, y lo malo es que nos han hecho creer que podíamos gastar y endeudarnos hasta las cejas, porque no pasaba nada. Pero es lo que hay, y aparte de echarle la culpa a todo el mundo menos a nosotros mismos, resulta que nos hemos empeñado en comprar pisos que no podemos pagar, en utilizar el coche hasta para ir a mear, en tener tele y ordenador en cada habitación, en poner la calefacción a tope, en no poder vivir sin un móvil con internet, etc. Y sin embargo somos famosos en el mundo entero por ser el país donde más se piratea a través de internet, donde más se venden (y se consienten) las imitaciones de marcas de lujo, y ya en otro orden, donde los casos de corrupción se ven como algo "casi" normal.
Es todo una contradicción y hay que cambiar la mentalidad.
Tiene que desaparecer eso tan famoso que es "la picaresca española", que consiste en que se ve con admirador al pillo que logra las cosas sin esfuerzo y se obvia, cuando no se desprecia, a quien hace bien su trabajo. Y ya sin pedir nada más, PUNTUALIDAD. Es desesperante la cantidad de tiempo que se pierde por gente que se debe de pensar que la puntualidad es también algo elitista. Por eso nuestra baja productividad es legendaria. Aún estamos atados a horarios de posguerra, aún se ve con desconfianza a quien acaba su trabajo y se va antes. No, aquí hay que quedarse calentando la silla aunque sea mirando al techo, porque lo de hacer el trabajo a tiempo y poder irte a casa "está mal visto".
Resumiendo, aún somos un poco paletillos, y nos vengamos de los males del mundo pirateando juegos de la WII, luciendo con desparpajo bolsos y carteras de imitación y tratando a los turistas como si fueran tontos. No me extiendo más pues en realidad no tengo soluciones a la crisis, solo sé que no se puede perder más tiempo en discusiones bizantinas, ni premiar a quien no trabaja, ni castigar a quien sí lo hace. El barco se hunde y no podemos quedarnos a escuchar a la orquesta, ya sabemos que eso no funciona. Y que a pesar de todo, aún hay muchos ricos en el mundo y aún no es tarde para convertirnos en alguno de ellos. Y aunque no seamos ricos, tampoco hay que quedarse encerrado en casa , no es el holocausto nuclear, aún no.
Empecemos por vender nuestras excelencias, que las tenemos, y atraer a este estupendo país a esas gentes con ganas de gastar e invertir. Y no solo a turistas con ganas de emborracharse. Para atraer a la riqueza solo hay dos opciones: ser esclavos de los poderosos o ser excelentes y estar al mismo nivel.
Yo voto por lo último.
"Más importante que el viaje en sí, es lo que queda en el espíritu del viajero."
Ante todo, organización
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29 de octubre de 2015
24 de octubre de 2015
Viajar sí, pero ¿para qué?
Fotografía: GettyImages. |
Después de decir esta bobada y quedarme tan ancha, les explico un poco más, y es que hoy vengo a decirles que viajar por turismo o experiencia vital está muy bien; pero lo que para usted, señor o señora turista, es una actividad de ocio o un encontrarse consigo mismo, para quien lo recibe como tal usted es un mero negocio o elemento de un negocio, o un tío raro con mochila con el que se encuentra en su ciudad, pueblo o aldea. Y como todo negocio, eso del turismo puede estar bien o mal y hasta peor gestionado; y respecto a experiencias vitales de encontrase a sí mismo en la otra punta del mundo, muchas veces se compromete en ese autoconocimiento a desconocidos que le ofrecerán hospitalidad que, usted que se busca a sí mismo, entiende como un favor personal cuando, la mayor parte de las veces, esa hospitalidad es por condicionamientos tribales-religiosos y no porque la gente que lo acoge se alegre de verlo y no tenga otra cosa que hacer ese día que compartir su escasa comida con usted.
Por tanto, conviene mucho saber a dónde se va, por qué se va y, sobre todo, para qué se va uno de turista y más si es fuera y muy fuera del hábitat de confort al que se está acostumbrado. Porque una cosa es, como decía Blanche Dubois, confiar en la amabilidad de los desconocidos, y otra muy distinta aprovecharse de esa bondad ajena o caer como un pardillo en falsos exotismos locales.
Si de una ciudad a otra del mismo país (y hasta de la misma región y, si me apuran, hasta en la propia ciudad de uno) ya nos encontramos gentes y costumbres diferentes a los de nuestro habitual lugar de residencia, pues al viajar a otros países no nos debe sorprender eso de encontrarnos lo que se suele llamar como "choque de culturas". Pero hay un tipo de turistas-viajeros que buscan eso precisamente, otras culturas diametralmente opuestas a la suya para experimentar "otra forma de vivir". Y claro, pasa lo que pasa y es que lo que para usted y para mí es "exótico", para esa otra gente lo suyo es lo "habitual", y quien es y resulta "exótico" somos usted y yo. Bueno, yo no porque a mí los exotismos me gustan lo justo tirando a casi nada.
Pero el viajero occidental, ese de pasaporte del "primer mundo", tiene una manía muy tonta, y es que se piensa que por ser quien es, un turista ilusionado con conocer nuevas culturas, se lo va a recibir en todas partes y sin excepción con una gran sonrisa y la misma ilusión con la que él va. Y va a ser que no. Usted como turista no es un ser especial digno de adoración sin condiciones, ya que usted sale de su casa porque le da la gana y porque posiblemente ha leído, visto, le han contado, tal o pascual cosa que le parece tan interesante que no quiere morirse sin tener la oportunidad de conocer tal cosa de primera mano.Y es estupendo, nadie dice lo contrario. Pero el resto del mundo no tiene por qué interesarse por sus ansiedades vitales de conocer mundo, porque eso de conocerse a sí mismo suena a algo íntimo y privado pero, mire usted qué cosa, que todos o casi todos se empeñan en contarlo, fotografiarlo y, casi siempre, colocarnos un libro con su tanta experiencia. Un libro de librería, de esos que valen dinero; no es que te lo manden gratis a casa, no.
Y eso es sospechoso, ¿no? Porque como paso previo al libro, nos encontramos con el blog, donde los viajeros intrépidos nos cuentan cada instante de esa búsqueda de autoconocimiento vital personal. Y cuando el asunto va por ahí encaminado me da que, más que autoconocimiento, muchos de los viajeros intrépidos buscan reconocimiento. Algún trauma de infancia mal resuelto, supongo. O un interés económico de conseguir editar un libro y crear un negocio de organización de "viajes de autoconocimiento by..." que les permita vivir de su afición viajera. Eso lo puedo entender mejor y hasta lo apoyo. Hacer de un hobby una forma de vida es muy interesante y estupendo... Siempre y cuando no nos lo vendan como que nos están haciendo un favor por contarnos su vida.
El turismo es un gran invento, pues ha contribuido notablemente a democratizar las expectativas viajeras de quien quiera hacerlo; hoy en día viaja quien quiere y hasta quien no quiere, más facilidades no pueden poner las empresas turísticas para que usted llegue a donde quiera llegar, por muy raruno que sea el destino que se le ocurra. Ni siquiera el dinero es problema, puede usted financiar en cómodos plazos todo viaje que se le ocurra. Pero supongamos que usted detesta todo lo que tenga que ver con "viaje organizado" y se quiere ir de tour por su cuenta. Pues tampoco tendrá más problemas: hoy en día con zapato cómodo, repelente de mosquitos, un par de tarjetas de crédito y un teléfono móvil se organiza usted perfectamente en casi cualquier sitio. Si aun así le parece todo eso demasiado de burgués decadente y busca la aventura total, pues oiga, que también.
Pero en todos los casos, ya sea en viaje organizado y tutorizado por agencias o al libre albedrío y sin red, lleve en la maleta y como imprescindible, una buena dosis de respeto por costumbres ajenas y también una buena ración de mala leche para que no le tomen por un pardillo despistado al que desplumar el primer día. Parece contradictorio pero no lo es. Sobre todo en los llamados destinos exóticos donde el elemento raruno va a ser usted. Porque en los blogs de viajes vitales de búsqueda de uno mismo, todo es hablar de las sonrisas de los niños y de la hospitalidad de los humildes, pero los cuentos de hadas ya no se los creen ni quienes los cuentan. Y sobre todo, el consejo de las abuelas de toda la vida: donde fueres haz lo que vieres. Y tenga mucho respeto y mucha humildad, porque el resto de la humanidad no tiene por qué estar atento a sus expectativas de si se encuentra a sí mismo o se pierde en un barranco.
Yo soy de las personas a las que les gusta viajar pero para ver esto, esto y esto concreto, nunca aspiro a conocer por completo una "cultura ajena" en un viaje porque si apenas entiendo en la que vivo, como para liarme en una o dos semanas a doctorarme en culturas ajenas. Y a eso me refiero cuando digo lo de respeto y humildad. Usted, como yo, lo puede leer en los múltiples blogs de viajeros intrépidos que, con pasar dos o tres semanas en tal país de cultura "exótica", tal parece que se hayan pasado veinte años viviendo en tal sitio como para poder conocer y dictaminar "los habitantes de tal país son así, así y así, porque yo lo valgo". De alguien que cuenta lo que le pasa y vive porque lleva un tiempo razonable viviendo y trabajando y comiendo y bebiendo a diario la comida local de tal o cual país, vale, me lo creo. Pero de quien va de experiencia turística del tipo que sea y durante una semana o dos o tres, eso de aseverar y adoctrinar sobre culturas ajenas va a ser que no.
Y después tenemos que la gente miente mucho y solo te cuenta lo bueno, y de lo malo no te cuenta nada hasta que han pasado lo menos dos años. Pero esos amigos que viajan a lo más exótico y lejano que encuentran (y que no conocen ni el nombre de la provincia contigua a la que viven), al final se desahogan y te cuentan la verdad: que esa maravillosa playa exótica era un puro barrizal, que esa idílica y solitaria laguna del otro lado del mundo está llena de bares con alemanes borrachos... Y que sí, que es verdad, que los chinos escupen a todas horas y en todos sitios. Pues esa es su cultura y si vas y no te gusta, te aguantas. Pero es gracias a que las amistades te van contando la verdad de los viajes que vamos aprendiendo cosas en cabeza ajena, y así podemos evitar ciertas penurias bastante frecuentes.
Por ejemplo, si usted va a un país lejano-exótico a un hotel de lujo y se pasa el día en la piscina y el buffet libre, pues es evidente que no se entera de nada ni de la cultura de nadie, y tal vez ni esa sea su intención ni tiene que serlo. Bien, pero no me diga ni se crea que la cocina del hotel de lujo es la "típica del país" porque si le ponen la verdadera comida típica del país, riquísima sin duda pero que no se parece en nada a la de su kebab o restaurante exótico de confianza de su ciudad habitual, usted vuelve a casa con 15 kiloa menos. Porque el primer día le hará gracia el tipismo, el segundo ya menos, y el tercero, sus intestinos delgado y grueso, poco o nada acostumbrados a esos tipismos, le van a indicar de forma clara y nada agradable que deje de comer y tome solo agua embotellada con zumo de limón. Hay gente a la que ya le pasa el primer día y del hotel solo llega a conocer a los del servicio de limpieza, que van a remediar el fiasco de sábanas y toallas que provoca la insensata intrepidez de algunos.
Ya si su caso es que usted va a estar una buena temporada en tal lugar, pues le pasará lo mismo pero su sistema digestivo se acabará por acostumbrar y podrá comer lo que quiera ya sin peligro. Pero si en los hoteles de lujo sirven lo que se llama "cocina internacional", es decir , comida adaptada a los estómagos internacionales de los clientes y a su poca costumbre a los sabores locales, será por algo. Y aun así, un trago involuntario de agua mientras se cepilla los dientes o se ducha, puede desencadenar "la tragedia". Pero claro, si usted es un turista intrépido y quiere demostrarlo en las redes sociales, no va a dejar de probar "la auténtica cocina local" y se adentrará por calles y callejuelas buscando el "color local" y se zampará entre lo raro y lo más raro que encuentre en un puesto de comida callejera o taberna típica.Y todos sabemos lo que pasa después de ese selfie sonriente que se cuelga en Instagram. Que te cagas vivo. Literalmente. Y te pasas el resto de las vacaciones en la habitación del hotel de la cama al baño, del baño a la cama, y mientras solo sea eso, no es grave. Lo grave será que de la diarrea nos dé una deshidratación y le cambien a usted de la habitación del hotel a la de un hospital cercano. Y, según me han contado, los hospitales "exóticos" no son nada agradables. Ni gratis.
En casi todos los hoteles de lujo de destinos "exóticos" la dirección recomienda a los clientes que no se adentren en solitario por los encantos urbanos o rurales del destino "exótico" por su propia seguridad. Y no suele ser (aunque también puede ser) por peligro a su integridad física por un ataque delictivo de cualquier tipo; no, lo que la dirección de los hoteles de confort de lujo, ese que usted ha contratado para tener un baño occidental con papel higiénico, lo que no quiere es que sus clientes se pasen sus días de vacaciones con diarrea. No porque les importe que usted se cague encima, más bien por el extra de horas y productos de limpieza que van a tener que gastar con usted. Por tanto, junto al respeto a las costumbres locales y a las indicaciones de su hotel, lleve en su neceser una buena ración de antidiarréicos... Por si acaso.
De las vacaciones existenciales de autoconocimiento vital siempre me ha llamado la atención una cosa. Está muy bien lo de buscarse a sí mismo por el mundo entero pero ¿por qué tiene que ser gratis o a costa de la hospitalidad de otros? Es decir, si usted se busca a sí mismo, ¿tiene que ser en casa de otras personas que, posiblemente, tengan recursos económicos infinitamente menores que usted? Porque fíjense en los blogs de los viajeros con ansias existenciales: siempre hacen referencia a "y en tal sitio remoto nos acogieron en su humilde casa con una sonrisa y compartieron su comida con nosotros", o "estábamos ya desesperados pensando que tendríamos que dormir en la calle cuando un fulano encantador (de la nacionalidad que sea) nos ofreció su casa "e incluso" nuestro desconocido anfitrión -salvador nos cedió su cama y él durmió en el suelo". Pues oiga, perdone, pero vaya morro. Eso no es buscarse a sí mismo ni conocer culturas ni leches en vinagre, eso es querer viajar por la jeta (occidental) aprovechándose de los demás.
Porque el teléfono móvil de última generación para hacerse los selfies y subirlos a Instagram no lo sueltan ni para mear. Y es de muy mal gusto eso de aprovecharse de la hospitalidad de la gente para viajar por la patilla y ahorrarse noches de hotel, cuando se tiene en el bolsillo de la mochila el billete de avión de vuelta y para ir a ciber a postear la obligada entrada diaria del blog no hay dolor en gastar dinero. Usted lo llamará viaje "existencia vital", yo lo llamo "vaya jeta".
- Eh, Maru, eres una borde y no entiendes nada porque eres una maldita burguesa acomodaticia.
Pues claro, y no lo tengo ni que explicar ni justificar y si no paso de ser burguesa acomodaticia a millonaria extravagante es porque mi economía no me lo permite; que anda que si yo dispusiera de avión privado, aunque fuese en alquiler, me iba yo a meter en un vuelo low cost lleno de universitarios que ya van borrachos de casa, o de marujas repeinadas que cada vez que el avión da un saltito se ponen a chillar como si las estuvieran degollando.
Pero una cosa también les digo y es que yo y yo misma, la maldita burguesa acomodaticia y la misma que se paga sus vacaciones y no pretende otra cosa que ver cuatro cosas concretas y descansar, lo que nunca hará es aprovecharse de la miseria de los demás para "encontrame a mí misma" en ningún sito del mundo... A costa de la hospitalidad de gente que, con encontrar qué comer al día siguiente, ya tiene su triunfo diario. Yo a eso siempre lo llamaré "vaya jeta". Y más cuando se hace con la intención de contarlo en un blog profesional con puros y duros fines económicos de ganar dinero contando "experiencias vitales en la búsqueda de mi yo profundo. Dale al like y comparte/suscríbete si te ha gustado.".
No cuenten con mi like.
13 de octubre de 2015
El misterio del ministerio
Imagen: RTVE. |
Sin rodeos: muy buena.
Me he quedado sorprendida durante todo el primer episodio que he visto. Creo que hasta se me ha escapado un hilillo de baba de mi "bocabierta". Una serie dramática con una trama no poco compleja pero que no cae en malabarismos y que me ha ocasionado el efecto de hacerme fan aunque sea con tanto retraso... Pero más vale tarde que no verla.
Lo curioso de esta serie es que ha recibido tantos elogios como premios pero no parece que haya sido, durante su emisión, líder de audiencia en su franja horaria, por lo que se da la paradoja de ser una serie admirada pero no tan vista como debería. Pero se subsana el efecto con su visionado a través de internet y así uno la puede ver cuando más le apetezca. Por ponerle un pero, aunque la idea es buena y los intérpretes muy buenos, en ocasiones la trama se vuelve un poco espesa y como te distraigas un momento en las idas y venidas, te puedes despistar y no enterarte bien.
De hecho, el sobresaliente que se merece esta serie es por los actores y actrices... Sobre todo, por los actores. El casting masculino ha sido un total acierto. Las señoras, también muy bien aunque un poquito menos que los señores pero, en general, de sobresaliente todos, con mención especial a los tres protagonistas principales aunque como es una trama de equipo, es un grupo más amplio además de ellos tres los que participan como "fijos" en cada episodio.
Julián es Rodolfo Sancho, el hijo del cuasi inmortal en nuestro recuerdo como Curro Jiménez, es decir, Sancho Gracia, cuyo hijo y heredero lleva el mismo camino de convertirse en un imprescindible en toda serie patria. Julián, antes de unirse a "la patrulla", era un enfermero del Samur en Madrid y andaba el hombre triste y deprimido por la reciente muerte de su mujer en un atropello.
Amelia es Aura Garrido, que interpreta a una muchacha tan guapa como inteligente y trabajadora, de familia burguesa acomodada barcelonesa y una de las primeras mujeres en acudir a la Universidad de Barcelona. Yo habría elegido a esta chica para el papel de Isabel de Portugal en la serie Carlos Emperador en vez de Blanca Suárez, pero no se puede estar en todos sitios y supongo que el estar rodando ya la segunda temporada hizo imposible su participación.
Alonso es Nacho Fresneda en un papel que, me van a permitir, borda de manera extraordinaria cuando no es nada fácil ser en el siglo XXI un soldado de los Tercios de Flandes que, condenado a muerte en 1569, es salvado por el Ministerio. El físico del actor es fabuloso para el papel y lo más curioso es que veremos cómo su estética personal y soldadesca del siglo XVI no desentona demasiado como rockero del XXI. Hombre rudo y decidido, el contraste entre su época y la actual le causa no pocos quebraderos de cabeza que va resolviendo con solvencia. Es mi preferido del trío protagonista.
Irene, interpretada por Cayetana Guillén Cuervo... Bueno, no digo que no lo haga bien, pero es la que menos me convence en su papel de funcionaria de altas capacidades del Ministerio. Ernesto es Juan Gea como compañero de funciones de Irene y tiene un componente misterioso que no acabo de pillar pero seguro que me iré enterado. Lola es Natalia Millán, que quizás tampoco la veo tan sobresaliente en su papel de exagente que fingió su muerte para beneficiarse de todos los secretos a los que tiene acceso y beneficiarse de trapicheos de alto standing que le proporcionan saber cómo funciona el Ministerio. La veo un poco forzada en su papel al estilo Mata Hari pero demasiado seria. Un toque de malévola ironia le daría más vida a su personaje.
Angustias es Francesca Piñón, la perfecta secretaria del peculiar Ministerio. Velázquez, el sin par pintor, es Julián Villagrán, y es pintoresco eso de "ver" al creador de Las Meninas ataviado en su traje de época, deambulando por la cafetería del Ministerio mientras no le reclamen los jefes para sus labores artísticas, cosa que le cabrea a ratos porque se ve infrautilizado en realizar retratos robots de sospechosos. Es genial y lo borda, lo mismo que cuando se empeña en ser parte de la patrulla y nunca le dejan salirse de "sus labores".
Y, por supuesto, tenemos a quien el trío protagonista rendirá cuentas y no es otro que un magnifico y serio aunque no exento de fina ironía y sarcasmo, el subsecretario Salvador Martí, interpretado por un siempre genial Jaime Blanch. Jaime Blanch, aquel niño poco estudioso de entre todos los hermanos de La gran familia, este hombre es, en sí, pura historia del cine, teatro y televisión de este país. Y está en plena forma... Otro incombustible en el arduo oficio de actor. Y, que yo sepa, no tiene ningún Goya, lo cual dice muy poco del reconocimiento del talento en la industria del cine en este nuestro país. Aprovecho para reclamar un Goya honorífico para Jaime Blanch y para muchos como él , "monstruos sagrados" relegados por recientes actoretes y actoretas guaperas sin más talento que ser eso, el y la guaperas de turno o el enchufado de algún director. Y no voy a decir nombres, pero... Ahí lo dejo.
La primera temporada ha tenido mucho éxito y se prepara la segunda. Se nota el trabajo y el mimo y, también, los medios más que notables que se han puesto para hacer un producto de calidad y, aunque a veces el buen trabajo y los buenos deseos no llegan a materializarse en éxito ante el público y la crítica, parece ser que en este caso, es un barco que llega a buen puerto. Las tramas son a veces un poco extrañas pero es que hay que tirar de imaginación para justificar esas idas y venidas a través del tiempo, aunque se hacen creíbles porque, lo dicho, está cada episodio muy bien trabajado, documentado e interpretado y, sin duda, la segunda temporada tampoco defraudará a sus fieles seguidores.
Muy recomendable y, aunque no es labor de una serie servir de "libro gordo de Petete" y ser una clase de historia, no viene mal enterarse de determinadas historias de personajes célebres que a todos nos suenan. Como es lógico, las tramas consisten en trasladarse a determinado momento histórico y evitar o provocar hechos para que la historia de época y personaje sea la que deber ser, lo que permite a los guionistas jugar con datos históricos junto con eso que se llama licencias artísticas para darle el tono de emoción y aventura que se busca.
Está muy bien traído eso de ser un ministerio "secreto", perfectamente organizado pero que "no existe", y de ahí que tal vez peque de una iluminación un tanto oscura cuando la acción transcurre en el Ministerio; tal vez no fuese necesario pero bueno, le da ese efecto de "secreto de Estado". Y puesto que es secreto y no existe, nada es oficial, ni siquiera la existencia de ministerios similares con similares funciones en otros países. A fuerza de coincidir en algunas misiones con caras que a los agentes se les hacen conocidas, es fácil deducir esa existencia "no existencia" de otros agentes y esa es otra subtrama de la serie, que resulta de lo más interesante sin restarle protagonismo a la historia principal.
Muy recomendable, y es que están las series de TVE que se salen y con ventaja de la mediocridad que ha imperado durante estos tiempos atrás, y se están haciendo valer como productos de calidad rozando la excelencia; y eso se agradece y mucho. Ser tratado con mimo y respeto como espectador era algo que ya casi dábamos por perdido, pero se ve que si hay ganas y un buen presupuesto, la calidad no es solo cosa de series extranjeras.
Todo es ponerse y que cunda el ejemplo.
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