Como de costumbre, buscamos un aparcamiento cerca del centro para olvidarnos del coche durante todo el día. Esto de tener GPS es una maravilla, que él solito te busca aparcamientos y lo que haga falta. Dejamos el coche muy cerca del distrito financiero, donde están todos los rascacielos y edificios de empresas (esta zona es conocida como Mainhattan). Uno de los más destacados es el edificio del Commerce Bank, aunque no menos famoso es el del Banco Central Europeo, "escoltado" por un símbolo gigante de euro. También está por allí el edificio de Mercedes Benz, y un poco más lejos Messeturm, más conocida como "el lápiz" por su forma.
Pero sin duda, de todos estos rascacielos, el edificio estrella es la Main Tower, a la que se puede subir y desde la que se pueden contemplar unas vistas estupendas de toda la ciudad. Me recordó un poco (aunque no es tan alta y además tiene terraza al aire libre) a la CN Tower de Toronto. Como habíamos madrugado, cuando llegamos a la Main Tower todavía no estaba abierta (el horario es de 10 a 21), así que decidimos darnos un garbeo por los alrededores y volver un poco más tarde.
El primer sitio que visitamos es la Alte Oper (antigua ópera), que se inauguró en 1880, en un edificio renacentista que fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el edificio se salvó del derribo total gracias a una votación popular, que (menos mal) evitó que se construyeran en su lugar unos bloques propios de la década de los 60. El exterior es bastante fiel al original, aunque el interior es moderno. Custodian la fachada las estatuas de Goethe y Mozart; para variar, nos encontramos unos andamios muy majos que quedaban genial en las fotos. Menos mal que estos eran discretos y no se notaban demasiado...
Desde allí nos vamos andando (la caminata es bastante larga, porque cruzamos media ciudad) al Palmengarten (jardín de palmeras), un enorme jardín botánico que se encuentra junto a la universidad, y al que mucha gente acude para pasear o relajarse. Tiene rosaledas y jardines, un parque infantil, un estanque con botes de remos y un tren en miniatura que recorre todo el recinto. Permanece abierto prácticamente todo el día (de hecho, no hay cartel de horario en sus puertas), y la entrada cuesta 5 euros. Ofrece, además, exposiciones temporales sobre temas relacionados con las plantas. Cerca de allí se suponía que estaba la IG-Farbenhaus, que antaño era utilizada como laboratorio en el que los nazis fabricaban el zyklon-B, que era el gas utilizado en los campos de concentración; en la actualidad, el IG-Farbenhaus forma parte de la universidad de Frankfurt. Nos quedamos con la curiosidad de ver este edificio, porque no sabeamos exactamente la pinta que tiene (la guía no lo aclaraba demasiado) y la verdad es que nos da un poco de palo preguntar por la calle. No sé cómo podría tomarse la gente que preguntáramos por un antiguo edificio nazi...
Después del paseo, volvemos de nuevo hacia el centro y de camino paramos en la puerta de la biblioteca de la universidad, más que nada por descansar un poco (sobre todo yo) y enchufarnos un bocata y algo de beber. Es increíble el sol que nos ha hecho durante todo el viaje por Alemania... Vemos de pasada el edificio de la Börse (bolsa), abierta al público interesado en ver su funcionamiento, que se hace desde una tribuna. Es conveniente reservar con al menos una hora de antelación, ya que hay bastante afluencia de gente interesada. El horario de la Bolsa es de 10 a 18 de lunes a viernes, y la entrada es gratuita.
Desde aquí llegamos a una plaza en la que está Katharinenkirche (iglesia de Santa Catalina), la iglesia evangélica más grande de la ciudad, y otro de los edificios alemanes que fueron destruidos por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Aquí nos ponemos a mirar el mapa para ver dónde pilla el casco antiguo, y un señor muy amable nos pregunta si nos puede ayudar. Le decimos lo que estamos buscando y en dos minutos nos hace un recorrido virtual por el casco histórico. Y, como en alguna otra ocasión, cuando nos pregunta de dónde somos y le decimos que de España, se despide diciendo "adiós, amigos". Nos dirigimos hacia Römerberg, la antigua plaza Mayor de Frankfurt, cuyos edificios restaurados dan fe de su primitiva belleza. En uno de sus lados está el antiguo ayuntamiento o Römer, formado por tres casas en cuyo interior se celebraban las elecciones y coronaciones de los emperadores del Sacro Imperio Romano. Hoy día, estas casas albergan el registro civil y el despacho del alcalde. Podemos visitar el Kaisersaal (salón imperial), cuyo horario es de 10 a 13 y de 14 a 17, y cuya entrada vale 2 euros. En el centro de la plaza se encuentra la Gerechtigkeitsbrunnen (fuente de la justicia), de la cual se dice que manó vino en el año 1612, durante la coronación de Matías. Junto a esta plaza encontramos una librería en la que le compramos a Mapi, como agradecimiento por habernos prestado su casa, un libro y una película ("La catedral del mar" y "La vida es bella", eso sí, en alemán).
En la parte trasera de la plaza está la Dom (catedral), dominada por su elegante torre gótica, que data del siglo XV y tiene casi 100 metros de altura. Curiosamente, la catedral fue uno de los pocos edificios que resistió los bombardeos aliados de 1944. El acceso a ella es gratuito y el horario de apertura es de 9 a 12 de lunes a jueves, y de 14'30 a 18 viernes, sábados y domingos. En el exterior podemos visitar las excavaciones romanas y carolingias, aunque tendremos que andar atentos porque son tan pequeñas (yo me esperaba otra cosa) que igual pasas justo al lado y ni te enteras. Si además de la catedral queremos visitar el Dommuseum (museo catedralicio), deberemos abonar 2 euros; el horario del museo es de 10 a 17 de martes a viernes, y de 11 a 17 sábados y domingos.
Ahora que hemos visto el casco histórico, volvemos de nuevo al distrito financiero para visitar la Main Tower. Para subir a ella hay que pasar primero por taquilla y pagar 4,50 euros por persona. Y a continuación nos harán pasar a nosotros por un arco detector y a nuestras cosas por un escáner. Cuando llegamos allí, los dos nos damos cuenta de que cada uno lleva su navaja suiza dentro de la mochila, y con la cara de malas pulgas que tiene la segurata vemos claro que no nos va a dejar pasar ni de coña: revisa de cabo a rabo absolutamente todos los bolsillos de las mochilas. Pero, para nuestra sorpresa, después de tanto rollo no nos dice nada y nos deja pasar. Al final mereció la pena tanto tocamiento de narices por parte de la segurata, porque desde luego es una pasada ver todo Frankfurt desde esas alturas.
Se acerca la hora de comer, así que nos metemos por el centro y entramos en el primer sitio que vemos. Encontramos un restaurante con terracita al aire libre y con bastante buena pinta, de estos que son tipo buffet y te puedes servir lo que tú quieras. Justo en la mesa de al lado hay dos rusos que, por lo que están hablando, uno de ellos es recién llegado a la ciudad y el otro debe de llevar más tiempo y le está dando algunos consejillos. Nos reímos bastante porque, aunque imagino que ninguno de los dos lo sospecha, cazo al vuelo absolutamente todos los tacos que dicen, que por cierto son unos cuantos. Qué mal hablados...
Después de comer vamos a recoger el coche para cruzar el río y ver, aunque sólo sea de pasada, la zona conocida como Museumsufer (orilla de los museos), debido a la cantidad de museos que alberga. Entre ellos podemos encontrar la Goethe Haus (casa de Goethe), el Städelsches Kunstinstitut (instituto de arte Städel), el Museum für Kommunikation (museo de la comunicación), el Deutsches Architekturmuseum (museo alemán de arquitectura), el Deutsches Filmmuseum (museo alemán del cine), el Ikonen-Museum (museo de iconos), el Museum für Angewandte Kunst / Museum für Kunsthandwerk (museo de artes aplicadas / museo de artesanía), el Museum der Weltkulturen (museo de las culturas del mundo), el Liebieghaus Museum Alter Plastik (museo de escultura antigua), el Haus Giersch Museum Regionaler Kunst (museo de arte regional Haus Giersch), el Museum für Moderne Kunst (museo de arte moderno), el Historisches Museum (museo histórico), el Jüdisches Museum (museo judío), o el museo interactivo Explora. Como vemos, hay museos para todos los gustos; sólo Berlín supera a Frankfurt en número de ellos.
Nuestra visita a Frankfurt toca a su fin; a las 5 hay que estar en el aeropuerto para recoger a Mapi.
Así que sabes decir tacos en ruso. Con lo útil que es eso!!!
ResponderEliminarClaro, eso es lo primero que hay que aprender cuando se estudia un idioma. :-P
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