23 de diciembre de 2013

Pobre atracador...

Todavía estoy traumatizada con el titular que he visto en una noticia publicada en el ABC de hoy. Todo ha ocurrido en Seattle, donde al aparecer un atracador se ha colado en un autobús y ha encañonado a uno de los pasajeros; la reacción de éstos ha sido totalmente inesperada: se han enfrentado al atracador.

Lo que no tengo muy claro, viendo el titular de la noticia, es lo que le habrán hecho al pobre:



Yo aún estoy intentando averiguar qué verbo es ese... Y no lo corrigen...

30 de noviembre de 2013

Boletines bibliotecarios

Hace un par de días, un compañero me pasó una imagen que me dejó sin palabras; se trata de la portada del boletín de novedades de material audiovisual que entró en las bibliotecas de la Comunidad de Madrid en el mes de noviembre.

Vale que seguramente habrá quien ponga la excusa de que la M y la N están juntas en el teclado; la misma excusa que utilizan algunos con la B y la V. Pero en fin, como siempre digo, con un poquito de atención se habría evitado publicar un boletín con esta portada...




Por cierto, la foto viene de una sección de El Confidencial que se llama España is not Spain; no tiene desperdicio.

8 de noviembre de 2013

¡Cómo está el mundo!

En un paseo rápido por los titulares de varios periódicos, me ha quedado claro que los redactores de El Mundo se llevan hoy la palma en cuanto a despistes.

El primero ha sido en un titular, que lógicamente es lo que más llama la atención, y por eso sigo sin explicarme cómo es posible que se le pasen a un redactor cosas como esta:



Leyéndolo no me ha quedado claro si Anjelica Huston ha tenido una vida marcada y un padre complicado, en cuyo caso faltaría una coma, o si ha tenido una vida marcada POR un padre complicado; el caso es que ahí falta algo.

Y el remate se lo ha llevado una noticia sobre la huelga de los servicios de limpieza que está teniendo lugar estos días en Madrid; el artículo ha quedado casi tan cochambroso como nuestras calles...



Me ha despistado muchísimo ese oso de peluche que "daba ayer a la bienvenida"; esa construcción me ha sonado como si el pobre se diera a la bebida. Ya vemos que en el caso de la noticia anterior faltan cosas y en esta sobran...

Seguimos el recorrido por las calles de Madrid y llegamos a otro punto de la capital:




Sé que soy un poco maniática en este aspecto, pero es que me da mucha rabia eso de "plaza Castilla", "plaza España" o, como en este caso, "plaza República Dominicana". No cuesta tanto trabajo escribir "plaza de la República Dominicana" y queda mucho mejor.

En otra calle madrileña nos encontramos más desperdicios:



Aquí les ha debido de dar un poco de hambre y se han comido la S que debería acompañar a los montones de basura; o quizá el redactor tenía la esperanza de que fuera un pequeño montón en lugar de muchos, y le ha traicionado el subconsciente...

Y ya para ponerle el broche a la noticia, han cambiado de género al paseo de la Castellana:



Parece que este paseo está "poco sucia" en lugar de "poco sucio"; ¿o quizá inconscientemente querían referirse a "la Castellana" y por eso lo han hecho femenino? Quién sabe; el caso es que no han dado una...

31 de octubre de 2013

Un camión un poco raro

En una noticia publicada hoy en El Mundo, nos hablan de la desgraciada muerte de un trabajador, aplastado por el camión de una empresa que se dedica al transporte de materiales de construcción. En este caso la errata no estaba en el titular sino en el cuerpo de la noticia, pero la verdad es que todavía estoy intentando recuperarme de la visión...



Por desgracia, parece que en este periódico han quitado la opción de poder indicarles que un artículo contiene una errata, así que me he quedado con las ganas. Supongo que el autor utilizaría la excusa de que la V y la B están muy juntas en el teclado, que no sería la primera vez que oigo eso; pero en fin, como siempre digo, un poco de cuidado antes de publicar no vendría nada mal...

30 de octubre de 2013

Me dejan con la intriga...

De nuevo un titular un poco extraño, esta vez visto en una noticia publicada ayer en El País, y en la que hablan del desgraciado accidente ocurrido hace un par de días en una mina de la provincia de León.



Si el sector está en declive, entendemos perfectamente que el número de trabajadores hoy, comparado con el de 1981, debe de ser menor; aunque a juzgar por el titular, nos quedamos un poco a medias cuando vemos ese "el 10%" sin que nos especifiquen nada más...

27 de octubre de 2013

Reincidentes

Hoy, 27 de octubre, se celebra el Día internacional de la corrección, conmemorando la fecha de nacimiento de Erasmo de Rotterdam. Y como va de gazapos la cosa, no puedo evitar dejar constancia aquí de una serie de "pío-píos" que precisamente en el día de hoy han publicado en el Twitter de La 2 de Televisión Española:


Como siempre digo, un fallo lo puede tener cualquiera, aunque también es cierto que no cuesta demasiado trabajo revisar las cosas antes de publicarlas; pero es que estos chicos debían de andar hoy despistadísimos, porque no han dado ni una. Y para rematar, cuando por fin han conseguido acertar con la forma correcta de escribir el título de la película, ni han reparado en que ese "Disculpar" debería haber sido en realidad "Disculpad". Las prisas, que no son buenas...

24 de octubre de 2013

Apuñaladas

Es bien cierto que algunas noticias no son para tomárselas a risa, pero creo que también es cierto que no vendría mal que los redactores pusieran un poco de cuidado al escribir, o simplemente que se molestaran en corregir antes de publicar cosas... No hay más que ver el titular que acompaña a esta noticia que apareció ayer en El Mundo:



Leyéndolo sin prestar demasiada atención creo que se entiende perfectamente lo que querían decir, pero si nos dedicamos a estudiarlo con más detenimiento, la verdad es que da mucho juego. No solo por eso de "aparece a una joven", como si fuera un fantasma (aunque sería más correcto en realidad "se aparece") y además descuartizado, sino también por las "apuñaladas", que yo ya me imaginaba a 95 señoras presentándose a la joven protagonista de la noticia...

19 de octubre de 2013

¡Yo también!

Qué titulares tan curiosos se encuentran en la prensa a veces... He tenido que leer la noticia más en detalle para confirmar lo que ya sospechaba, pero que estaba tan mal redactado que de un primer vistazo era un poco difícil adivinar...

Según cuentan hoy en esta noticia de El Mundo, un canal de televisión italiano ha emitido una entrevista con una actriz búlgara que dice haber tenido una relación sentimental con la actual novia de Berlusconi; pero claro, te presentan la noticia con semejante titular...


Y oye, con lo mal que está la situación económica, a mí me dan ganas de contactar con quien haga falta y decirle que, si me paga 10 millones, yo también digo ahora mismo que soy lesbiana.

24 de septiembre de 2013

Responsable de ¿cultura?

Hoy he recibido esto y supongo que a estas alturas ya será del dominio público, pero no me puedo resistir a compartirlo aquí para dejar constancia, porque hay cosas que claman al cielo... Se trata de una carta que, por increíble que parezca, ha escrito la responsable de cultura de IU en Madrid. A mí me ha llegado a través de El Confidencial, aunque imagino que se podrá localizar en prácticamente cualquier sitio.

La cosa ya empieza mal desde el principio: nada menos que en el título de la carta encontramos no una, sino dos erratas, como se ve en la imagen:



"Ha donde" en lugar de "A dónde", nada menos. Por no hablar también de la tilde que le falta a "Área de Las Artes"; y como estas dos erratas (por llamarlas de alguna manera, porque la verdad es que no encuentro calificativo para semejante patada a la lengua española), nos encontramos unas cuantas más a lo largo de toda la carta. Oraciones interrogativas que no llevan el signo correspondiente al principio, por supuesto tildes que faltan, cosas fatal expresadas... Si os animáis a leerla ya me contaréis; eso sí, espero que nadie le eche la culpa a los recortes en educación, que por lo visto la tal Milagros Hernández tiene un sueldo anual de algo más de 60.000 euros...

20 de septiembre de 2013

Cuadernos itálicos (IV): Roma, día 3

Este día tenemos previsto visitar en primer lugar las termas de Caracalla, pero nos vamos un poco antes de tiempo para poder pasar primero por el circo Massimo, que hemos visto únicamente de lejos el día anterior cuando visitamos el foro. Hasta que no estamos justo al lado, no nos damos cuenta del verdadero tamaño que tiene el circo; en tiempos, cabían allí hasta 200.000 personas, aunque ahora es tan sólo una pradera que muchos utilizan para pasear.

Las termas de Caracalla son, sencillamente, impresionantes. Es una barbaridad lo exagerados que podían llegar a ser los romanos para construir cosas; de hecho, estas termas ocupan nada menos que 10 hectáreas, y se cree que cada día acudían a sus tiendas, jardines y bibliotecas unas 1.600 personas. Además del tamaño enorme de las construcciones que se pueden ver aún, me llama mucho la atención lo bien conservados que están la mayoría de los mosaicos, a cuál más bonito.

Desde las termas cogemos un autobús que para en las cercanías de la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, donde está la famosa boca della Veritá. Aquello parece una romería, con un montón de gente haciendo cola para hacerse la dichosa foto metiendo la mano en la boca de la escultura. Hay un cartel que dice "offerta 0'50" y yo no veo la oferta por ninguna parte; hasta que me doy cuenta de que haces la cola para esperar tu turno y, al llegar a la escultura, el señor que está allí te coge la cámara y te hace él mismo la foto. Y "offerta" significa "donativo"... La iglesia por dentro es muy pequeña y bastante sencilla, nada que ver con la espectacularidad de la mayoría que hemos visto hasta ahora, pero me gusta bastante. Enfrente de la iglesia están el tempio di Ercole Vincitore y el tempio di Vesta.

Desde aquí volvemos a pasar por el foro de Augusto y el foro de Trajano, dejando a nuestra izquierda el teatro Marcelo para llegar hasta la piazza del Campidoglio, junto a la cual está la escalinata que conduce a los museos capitolinos, fundados allá por el año 1471. En estos museos se exhiben algunos de los mayores tesoros de la Roma antigua; tenemos entre otras cosas a la loba capitolina dando de mamar a Rómulo y Remo, la famosa escultura del spinario y (me moría de ganas por verla) una copia romana de la estatua original griega llamada del galata moriente.

En la pinacoteca estamos un rato observando (yo con cara de envidia) a dos restauradores afanados con un cuadro de Caravaggio, la buenaventura. Esto no lo tenemos previsto, pero después de la visita al museo nos da un arrebato y decidimos quedamos a comer allí. Desde el restaurante, que está en la última planta y tiene una terraza enorme, hay unas vistas preciosas de toda la ciudad. Después pasamos fugazmente por la iglesia del Gesú y llegamos a una placita pequeña en la que hay un obelisco sostenido por la figura de un elefante, el famoso elefantino de Bernini. Justo al lado de esta plaza se encuentra el panteón.

Este edificio es uno de los que más me impacta, además de que era otra cosa que me apetecía muchísimo ver. Es el edificio de la Roma antigua mejor conservado, y lleva en pie casi 2.000 años. En su interior se encuentran las tumbas de los reyes Víctor Manuel II y de Humberto I, además de la del pintor Rafael. Desde fuera no te das cuenta del tamaño real que tiene el panteón; una vez que estás dentro no puedes quitar la vista de la espectacular bóveda, una semiesfera perfecta por la que entra la luz a través de un ojo abierto al cielo. Para variar, las indicaciones de guardar silencio por ser un recinto sagrado no las cumple ni el tato; eso sí, a un señor no le dejan entrar con su perro, que el pobre va de lo más tranquilito... Seguimos caminando hasta llegar a la iglesia de San Luigi dei Francesi, aunque nos quedamos con un palmo de narices porque han cambiado el horario y los jueves cierran a las 12 del mediodía y ya no vuelven a abrir hasta el día siguiente. Así que me quedo con las ganas de ver algunos de los cuadros de Caravaggio que se exponen aquí. Muy cerca está la iglesia de San Agostino, que también alberga varios lienzos de este pintor.

Después nos acercamos hasta la piazza Navona, famosa por su fuente de los cuatro ríos de Bernini y por ser otro lugar de lo más concurrido en la ciudad. Esta plaza está llena de palacios barrocos y bares, además de tener otras dos fuentes no tan famosas como la de los cuatro ríos. Prácticamente al lado está el campo dei Fiori, la plaza presidida por una estatua de Giordano Bruno (que por cierto, casi da miedo y todo) y en la que por las mañanas hay un mercado; es ya por la tarde, así que no tenemos ocasión de verlo... Dejamos a nuestras espaldas el campo dei Fiori y llegamos a la piazza Farnese; de allí cruzamos uno de los puentes bajo los que pasa el río Tíber, y acabamos dando un paseo por el Trastévere. Todo el mundo nos había recomendado ir a este barrio por la noche, porque por lo visto no es tan turístico como el resto de zonas y por la noche está muy animado; pero al final lo vemos únicamente por la tarde.

6 de agosto de 2013

Cuadernos itálicos (III): Roma, día 2

De nuevo nos levantamos temprano y esta mañana vamos en metro hasta la estación de Cavour; después de subir unas escaleras que me dejan con la lengua fuera, llegamos a la piazza de San Pietro in Vincoli, donde hay varios vendedores preparando sus tenderetes. Enseguida todos te preguntan si vas a ver el Moisés de Miguel Ángel, así que supongo que estarán hartos de indicarles a los turistas dónde está la iglesia de San Pietro in Vincoli (aunque en realidad no hace falta porque la tenemos justo delante).

El Moisés era una de las cosas que más ganas tenía de ver en Roma; siempre me queda la duda de si me gusta más Miguel Ángel o Bernini, y por más que lo pienso no consigo decantarme por uno de los dos. Me gustan tanto sus esculturas que no sabría con cuál de ellas quedarme. Eso sí, el Moisés impresiona porque es tan real que si te lo quedas mirando parece que se vaya a levantar en cualquier momento; es increíble el nivel de detalle: el gesto medio serio, los tendones, los músculos, la túnica que parece de tela de verdad... Es increíble cómo de un trozo de piedra se puede sacar algo así. En esta misma iglesia se conservan también las supuestas cadenas de San Pedro, que se dice que llegaron en dos partes y cuando se volvieron a acercar se unieron ellas solas de manera milagrosa. Están expuestas justo debajo del altar.

Muy cerca de aquí se encuentra el lugar que visitamos a continuación: el coliseo, otro de los sitios que tenía muchas ganas de ver. Aquí no hace falta esperar, no sólo porque llegamos temprano sino porque la cola que hay es para los que van "por libre", y en la cola de los que llevan Roma Pass no tenemos más que tres o cuatro personas delante. El coliseo me parece espectacular, y sobre todo enorme; sabía que era grande pero no pensé que tanto. Una vez dentro, podemos ver una mini exposición con algunas armas y vestimentas que llevaban los diferentes tipos de gladiadores. También paseamos por las gradas; de la arena, zona donde luchaban los gladiadores, se conservan únicamente los pasillos subterráneos; en cualquier caso, lo hemos visto ya tantas veces en tantas películas que estando allí te puedes imaginar perfectamente cómo debían de ser las luchas. Escalofriante...


Justo al lado del coliseo está el arco de Constantino, que se construyó en honor a la victoria de este emperador en la batalla del puente Milvio. Dejando a nuestra espalda el coliseo y el arco, encontramos de frente las indicaciones hacia el palatino. Se supone que aquí es donde Rómulo mató a Remo y fundó Roma, allá por el año 753 a.C. Hoy día es una zona bastante chula, en la que se conservan unas cuantas ruinas de las antiguas mansiones aristocráticas, ya que este era el barrio más elegante de la Roma antigua. Los lugares más destacados del palatino son la domus Augustana (un palacio de dos alturas, desde el cual se puede apreciar el tamaño colosal del circo massimo), un estadio que los emperadores utilizaban para eventos particulares, las termas de Settimio Severo (de las cuales se conservan muy pocos restos), el museo palatino (que alberga una gran cantidad de objetos hallados en la zona, algunos incluso del Paleolítico), la domus Flavia (construida sobre edificios anteriores, entre los que destaca la casa de los grifos, llamada así por un relieve estucado que representa a dos de estos animales fantásticos), las casas de Livia y Augusto y los orti farnesiani, uno de los primeros jardines botánicos de Europa.


Al lado de los orti farnesiani ya se ve el foro romano, el más antiguo y el más grande de todos. Sus orígenes fueron una necrópolis etrusca, después se usó como foro, como tierra de pasto y hasta como inspiración para artistas y arquitectos. El paseo por el foro y algunos de sus edificios mejor conservados (el templo de Antonino y Faustina, el arco de Tito) me gusta bastante, aunque ya es casi mediodía y empieza a apretar el calor de verdad. Vemos por allí, entre las ruinas, a unos arqueólogos atareados y la verdad es que me da hasta agobio el sofocazo que deben de estar pasando los pobres, ahí a pleno sol...

Desde aquí cruzamos al otro lado de la calle y llegamos al foro de Trajano, del que sólo quedan unos pocos restos, y la columna de Trajano, decorada con relieves que relatan las batallas contra los ejércitos dacios. Un poco más lejos están los mercados de Trajano.

Seguimos andando y llegamos a la piazza Venezia, dominada por el edificio llamado Vittoriano, al que por su forma lo llaman también "máquina de escribir". Se construyó para honrar a Víctor Manuel II y a la Italia unificada, y hoy alberga la tumba del soldado desconocido y el Museo Centrale del Risorgimento. Este edificio lo vemos únicamente por fuera, y después cogemos un autobús de nuevo hasta la piazza della Repubblica donde, esta vez sí, podemos entrar por fin a la iglesia de Santa maria della Vittoria. Por fuera, esta iglesia barroca es bastante sencilla; en realidad, la mayoría de la gente la visita para poder admirar su obra estrella, la escultura éxtasis de Santa Teresa de Bernini. Y efectivamente, puedes quedarte un buen rato extasiado viéndola; de hecho, yo tardo en poder quitarle la vista de encima para dedicarme a observar también el interior, y la verdad es que me habría perdido las maravillosas pinturas que adornan los techos de esta iglesia.


Después de hacer un hueco para comer y acercarnos al hotel a recoger el coche para ir a visitar al famoso gommista que nos va a cambiar la rueda, cogemos de nuevo el metro hasta la estación de Flaminio para llegar a la piazza del Popolo. Justo al entrar en la plaza, a mano izquierda, se ve la iglesia de Santa Maria del Popolo, que casi todo el mundo visita para ver los dos cuadros de Caravaggio que se exhiben junto al altar mayor. De nuevo en la plaza, justo al fondo, se ven dos iglesias barrocas: Santa Maria dei Miracoli y Santa Maria in Montesanto. En el centro de esta plaza hay un obelisco que trajo el emperador Augusto de la antigua Grecia. Dejamos a nuestras espaldas las dos iglesias barrocas y, bajando por la via del Corso, llegamos a la intersección con la via dei Condotti, una de las famosas calles de compras en Roma. Tomando a la izquierda la via dei Condotti, llegaremos a la piazza di Spagna, esta vez a la parte baja de la famosa escalinata que hemos visto el día anterior desde la iglesia de Santa Trinitá dei Monti. Aquí estamos un rato sentados en plan relax, en la fuente del naufragio o barcaccia, que se atribuye al padre de Bernini. Después de pasar de nuevo por la fontana di Trevi, vamos hasta la piazza Barberini para coger el metro de vuelta al hotel, no sin antes echar un vistazo a la fontana del Tritone y a la fontana delle Api.

12 de junio de 2013

Cuadernos itálicos (II): Roma, día 1

Como nos pilla muy cerca del hotel, el primer sitio al que vamos al día siguiente es la basílica de San Giovanni in Laterano; investigando un poco me enteré de que en realidad tiene "categoría" de catedral, que su nombre en español es San Juan de Letrán (que era el que a mí me sonaba) y que es la basílica más antigua de Roma. Esto de madrugar ayuda bastante, así que tenemos la suerte de llegar allí a primera hora y, quitando una o dos personas más, somos los únicos que la estamos visitando. Casi mejor, porque el día anterior por la tarde hemos visto a bastante gente y supongo que dentro habría un escándalo considerable; yo no es que sea religiosa, pero si entro en un sitio en el que pone "recinto sagrado, guarden silencio", suelo hacerlo. Y en la mayoría de los sitios sagrados que visitamos, en cuanto se juntaba un poco de gente aquello no era ni medio normal...

Por fuera esta iglesia es impresionante, y eso que a mí el barroco no es que me entusiasme especialmente; y en el interior tiene unos mosaicos espectaculares. Echamos allí un rato buscando las huellas dactilares que supuestamente Borromini dejó en algunas de las piedras, pero eso es como buscar una aguja en un pajar. En el baldaquino, situado sobre el altar mayor, se guardan las cabezas de San Pedro y San Pablo; a mí esto de las reliquias siempre me ha dado un poco de yuyu, de todas formas. Al otro lado de la plaza en la que se encuentra la basílica, está la Scala Santa (escalera santa), por la que se supone que hay que subir de rodillas, o eso hacen los peregrinos, ya que al parecer por esa misma escalera subió Jesús en el palacio de Poncio Pilato en Jerusalén. No sé si esto será cierto o no, pero sí es cierto que mis rodillas no están para estos trotes.

Desde aquí nos vamos dando un paseo hasta la estación de Termini, a donde nos dirigimos para comprarnos la Roma Pass. Ya con ella en la mano, nos acercamos hasta la basílica de Santa Maria Maggiore, construida en el punto más alto del monte Esquilino. Para entrar en esta iglesia, como en prácticamente todas las que hay en Roma, se deben llevar los hombros cubiertos y casi siempre también las rodillas. Como yo ya voy prevenida, he echado en la maleta un pañuelo que llevo siempre conmigo y lo uso cuando hacía falta. De todas formas, en casi todas las iglesias te prestan pañuelos si los necesitas; incluso en alguna los llego a ver de un tejido que era algo entre papel y tela, de usar y tirar. Santa Maria Maggiore es tan imponente por fuera, que por dentro me la espero igual. Y no es que no me guste, pero me imagino algo mucho más impresionante; no está mal, con su techo artesonado y sus preciosos mosaicos, pero al terminar el viaje descubro que hay muchas otras iglesias que me gustan bastante más que esta.

Después nos acercamos a uno de los edificios del Museo Nacional Romano: el palazzo Massimo alle Terme, que alberga una muestra de los mejores ejemplos de arte romano de la ciudad. Aunque también es cierto que toda Roma es como un museo, porque vas andando por la calle y entre edificios más actuales te encuentras de repente con restos de una columna, o de un antiguo templo, o una estatua... Lo más llamativo de este museo, para mi gusto, son no sólo las estatuas sino sobre todo los mosaicos. También me gusta mucho un mural, que ocupa una sala entera, y parece como si estuvieras en un jardín porque toda la pintura son árboles y pájaros. Junto a este museo, en la misma plaza, está el obelisco de Dogali, un obelisco egipcio que data de la época de Ramsés II y que tiene a su "hermano gemelo" en los jardines de Boboli de Florencia. En 1887, en la batalla de Dogali, fueron asesinados más de 500 soldados italianos por las tropas etíopes; para conmemorar este suceso se decidió colocar aquí el obelisco, y en su base se transcribieron los nombres de los soldados fallecidos.

A continuación nos dirigimos a otro de los edificios del Museo Nacional Romano: las termas de Diocleciano, que en su época eran las mayores de este tipo. Hoy día están compuestas no sólo por las termas sino también por bibliotecas, salas de conciertos y jardines. En este edificio se exhiben jarrones, ánforas y objetos de barro y bronce, así como algunos objetos funerarios. El claustro es una de las cosas que más me gusta, todo lleno de árboles y hasta un gato que se pasea por allí como si estuviera en su casa. Junto a las termas está la iglesia de Santa Maria degli Angeli, que por fuera se encuentra bastante mal conservada aunque aún podemos ver en su interior el techo abovedado que se proyectó en los planos originales.

Desde aquí cruzamos la piazza della Repubblica y pasamos por otra plaza más pequeña en la que hay una estatua enorme con varias figuras, una de ellas un Moisés de Bernini. Al lado está la iglesia de Santa Maria della Vittoria, pero pasan justo dos minutos de la hora a la que cierran a mediodía, así que dejamos la visita para otro momento.Seguimos andando y pasamos por la via delle Quatre Fontane, que como su nombre indica tiene una pequeña fuente en cada esquina, justo en el cruce de dos calles; y vemos también de pasada el palazzo Barberini, que se supone que es donde se hospeda Audrey Hepburn en su papel de princesa Ana de la película Vacaciones en Roma; hoy día este edificio alberga parte de la Galería Nacional de Arte Antiguo. Nos dirigimos después hasta la iglesia de Santa Trinitá dei Monti, desde donde hay unas vistas perfectas de toda la ciudad, y a cuyos pies se encuentra la famosa escalinata de la piazza di Spagna. Muy cerca de allí está la porta Pinciana, que da entrada a los jardines de la villa Borghese.

Antes del viaje hemos reservado por internet las entradas para la galería, así que después de comer nos dedicamos a dar un paseo por los jardines y a tomar unos helados, para hacer un poco de tiempo hasta la hora de la visita, que es de 17 a 19 (además de ser preferible reservar las entradas, las visitas se hacen en grupos limitados y sólo puedes permanecer en la galería durante dos horas). Una cosa que me gusta un montón de la galería Borghese es que como está prohibido hacer fotos, para asegurarse de que ningún listillo las hace a escondidas, te hacen dejar en la consigna absolutamente todo: mochilas, bolsos, teléfonos móviles... Vamos, que llegas a la puerta "pelao", acompañado únicamente de la entrada.

¿Qué decir de la galería Borghese? Me encanta la historia del arte y además sabía que aquí se expone una increíble muestra de esculturas de Bernini, así que no podía dejar pasar la ocasión. Incluso mi acompañante, que no es en absoluto aficionado al arte, se queda boquiabierto con la mayoría de las esculturas. Yo le intento explicar algunas cosas como puedo, pero la verdad es que en estas ocasiones echo de menos no haber buscado un rato para pegarme una buena empollada y así ser luego capaz de contar más cosas y que por lo menos la gente no se me aburra...

Para rematar este día, lo último que hacemos es ir a ver la archiconocida fontana di Trevi, que me gusta muchísimo pero me deja alucinada ver la cantidad de turistas que la rodean. Es como si estuvieran todos ahí concentrados, vaya tela. Casi no te puedes ni sentar en las escaleras, ni en las barandillas, ni nada. Creo que esto no es nada original decirlo, pero a pesar del barullo de gente, la fontana es una de las cosas que más me gusta de Roma; de hecho la vemos varias veces, porque descubrimos que a poco que te dediques a pasear por el centro, siempre acabas encontrándotela. Lo único que veo es que es tan grande que está ahí medio encajonada; y por supuesto, los carabinieri no hacen más que pegar silbatazos cada vez que alguien toca el agua, que está prohibido. En fin...

23 de mayo de 2013

Cuadernos itálicos (I): zarpamos

Salimos una mañana bastante temprano, en dirección a Cannes; allí nos quedaremos una noche para no hacer el viaje a Italia del tirón, y así aprovecharemos para visitar un poco la ciudad. El trayecto se nos da bastante bien (nada que ver con el viaje del verano anterior, en el que encontramos un montón de carreteras francesas colapsadas y se nos hizo eterno el camino...) y después de hacer alguna parada para comer, estirar las piernas, y ver paisajes, llegamos a Cannes a media tarde.

El hotel Kyriad no está mal del todo, aunque después de llegar allí, subir a nuestra habitación a dejar las maletas y recoger el coche de nuevo para irnos a dar una vuelta (estamos a unos pocos kilómetros del centro y no nos apetece ir andando), nos damos cuenta de que una de las ruedas se nos ha pinchado, así que allí mismo nos ponemos a cambiarla y ya sabemos que nos tocará buscar un taller para que nos arreglen la otra o nos pongan una nueva... Con tanto trajín llegamos al centro de Cannes hacia las 7 de la tarde, con lo cual nos damos un paseo por el puerto y el famoso promenade de la Croissette, buscamos un sitio donde cenar y nos acostamos temprano, porque mañana tenemos pensado hacer una pequeña parada en Pisa antes de llegar a Roma, nuestro primer destino.

Al día siguiente, salimos de Cannes por la mañana en dirección a Italia. No sé por qué, mi piloto ha configurado el GPS para que le avise de límites de velocidad, sitios de interés, iglesias, etc.; y cada vez que nos acercamos a un túnel, nuestra Carmen (así la llamamos cariñosamente, ya que tiene voz femenina) nos dice "túnel Italia". La primera vez hace gracia, pero cuando llevamos cuarenta y siete túneles aquello empieza a ser un poco aburrido... Para colmo, al cruzar la frontera entre Francia e Italia (aunque yo pensaba que en la Unión Europea no había fronteras) paran a un coche de cada doscientos, y precisamente nos toca a nosotros. Nos pasamos allí un buen rato, nos hacen un montón de preguntas, nos obligan a sacar las maletas del coche y a abrirlas allí en mitad del centro de control, y hasta nos cachean. Salimos de Francia y entramos en Italia con un cabreo de tres pares...

Más o menos hacia las 12 del mediodía llegamos a Pisa, que está atestada de gente; buscamos un sitio donde poder aparcar y desde donde ir andando hasta la piazza dei Miracoli, donde se encuentran concentrados los principales monumentos que hay que visitar en la ciudad: la catedral, el baptisterio y la torre inclinada. Es increíble la cantidad de gente por metro cuadrado que hay allí, además de un montón de tenderetes con todo tipo de souvenirs, desde pisapapeles hasta camisetas, imanes para la nevera, gorras, bolsos... Por supuesto casi todos con la torre como protagonista.

Hacemos una visita rápida a la catedral y al baptisterio; como no sabíamos seguro a qué hora íbamos a llegar a Pisa, no hemos hecho con anterioridad la reserva de las entradas para subir a la torre, que en todas las guías recomiendan hacerlo antes de viajar. Las colas son enormes así que nos conformamos con verla desde el suelo y con darnos una vuelta por allí. Eso sí, aunque me insisten, me niego a hacerme la típica foto empujando la torre para ponerla derecha, o inclinándome yo para solidarizarme con ella. Además aunque quisiera hacerlo es imposible, porque aquello parece el metro en hora punta y casi hay que pedir la vez para poder hacerse fotos... Un agobio.

Decidimos darnos una vuelta más por la ciudad, aunque finalmente yo me quedo con ganas de entrar a la torre Guelfa, desde la que había leído que hay unas vistas espectaculares de la ciudad. Conseguimos localizarla y encontrar aparcamiento justo al lado, pero no hay forma humana de averiguar por dónde se entra, ni aquello tiene pinta de estar abierto para poder visitarlo...

Finalmente seguimos nuestro camino y aproximadamente a las 6 de la tarde "aterrizamos" en Roma. Vamos un poco asustados porque es nuestro estreno en Italia y todo el mundo nos ha dicho que los hoteles en este país suelen ser malísimos y muy caros; a nosotros nos ha salido bastante bien de precio así que no sabemos muy bien lo que nos vamos a encontrar. Pero el hotel Bled, muy cerca de la catedral de San Giovanni in Laterano, resulta ser un antiguo palacete rehabilitado, bastante bonito y con un personal muy amable, desde el recepcionista hasta las señoras de la limpieza, los camareros del restaurante y la directora, a la que tenemos ocasión de conocer también.

Después de acomodarnos en nuestra habitación y descansar un poco, salimos un rato para explorar la zona y aprovechamos para visitar la catedral aunque únicamente por fuera, ya que se encuentra cerrada. Pero la exploración nos sirve para darnos cuenta de que, quitando algún sitio puntual, las distancias en Roma no son tan exageradas como nos habían dicho. Después de pasear un rato buscamos un sitio donde cenar y, ya a última hora, volvemos al hotel; hay que tener en cuenta que en agosto en Italia hace un calor mortal, así que tenemos previsto madrugar bastante todos los días, no sólo para aprovechar el tiempo sino también para que al menos cuando empiece el calor sofocante hayamos podido al menos ver algo cada día...

7 de febrero de 2013

Cuadernos lusos (VIII): alrededores de Oporto

Después de dedicarle un par de días a Oporto, el último de ellos lo aprovechamos para visitar varios sitios que están más o menos cerca de allí. Nuestra primera parada es Braga, aunque no llegamos a visitar la ciudad sino únicamente el santuario de Bom Jesús, que nos han recomendado varias personas.

Llegamos temprano y dejamos el coche a los pies del santuario, para subir hasta él desde las escaleras casi interminables que, por cierto, casi me da un aire al verlas. Hay un pequeño elevador que te lleva hasta prácticamente la entrada del santuario, pero es tan pronto que todavía no lo han puesto en funcionamiento así que toca subir andando...

De todas formas, una vez arriba vemos que ha merecido la pena el esfuerzo, no sólo por las vistas de la ciudad sino por el recorrido que podemos hacer en el propio templo. Además el santuario es lugar de peregrinaje, así que se supone que al ir subiendo las escaleras experimentamos la Pasión de Cristo y nuestra recompensa por el esfuerzo es llegar al templo de Dios, que se encuentra en la cima de la colina.

Se puede visitar su interior, que merece la pena, y además también los alrededores. El santuario se encuentra ubicado en un sitio privilegiado, en un terreno que se expropió para construir un parque; su extensión es bastante grande, está lleno de parterres de flores y tiene hasta un pequeño lago junto a unas construcciones de lo más bucólicas, que a mí particularmente me recuerdan al famoso Rivendel de El señor de los anillos.

Después de buscar un sitio donde comer, que ya va siendo hora, nos encaminamos en dirección a otra de las ciudades en las cercanías de Oporto; se trata de Viana do Castelo. Aquí nos dedicamos a callejear un poco, pero nuestra visita a la ciudad es bastante breve.

En realidad lo que nos interesa visitar es la basílica de Santa Luzía (parece que hoy va de edificios religiosos la cosa), que se encuentra en las afueras, en el monte de Santa Luzía.

Al igual que al santuario del Bom Jesús, al de Santa Luzía también se puede subir en funicular, aunque nosotros optamos por ir en coche y dejarlo justo en la explanada que hay a la entrada. Allí hay además algunos puestos callejeros donde podremos comprar recuerdos, si nos apetece.

Este templo se construyó en el siglo XX, al parecer a semejanza del de Sacre Coeur francés, y su exterior es simplemente espectacular.

Una vez dentro no es para tanto la cosa, e incluso subir a la cúpula los días de mucha afluencia de gente resulta un poco agobiante; hay un semáforo que indica si puedes subir o no, pero por lo que podemos ver la gente no le hace demasiado caso... Eso sí, una vez arriba las vistas son alucinantes: el río, el puerto, toda la ciudad... Una maravilla, desde luego.

Por último, y después de esta breve visita a Viana do Castelo, nuestra última parada de hoy es Guimaraes. Además de callejear un poco por la ciudad, lo que vamos a visitar allí son dos cosas: por un lado el castillo de San Miguel, construido en el siglo X para defender de los ataques el monasterio que se encontraba allí.

El castillo tiene siete torres, y la más importante de todas ellas es, por supuesto, la del homenaje, a la que subimos y desde la que contemplamos las vistas a casi 30 metros de altura. También recorremos el camino de ronda a través de la pasarela que rodea todo el patio de armas.

En segundo lugar, visitamos el palacio de los Duques de Braganza, una casa señorial del siglo XVI que fue la residencia de Afonso, Conde de Barcelos (posteriormente Conde de Braganza, de donde toma su nombre el palacio). Este edificio, Monumento Nacional, se puede visitar ya que fue transformado en museo para exponerlo al público. Me llaman la atención unos tapices que me resultan familiares, hasta que descubro al leer una de las cartelas que son copias de los que vi una vez en la iglesia parroquial de Pastrana, en Guadalajara.

La exposición me gusta mucho, pero lo que más me llama la atención de este palacio es el patio que tiene en el centro. No sé si es que tengo el día friki o qué, pero me recuerda muchísimo a la entrada del castillo dorado de Meduseld, que también aparece en El señor de los anillos; cosas que pasan...


Al día siguiente volvemos de nuevo a España, esta vez pasando por la provincia de Salamanca.

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