Uno de los días de este viaje nos lo tomamos totalmente de relax y dedicamos la jornada completa a realizar uno de los típicos paseos en barco por el Rin, en nuestro caso el trayecto que separa las ciudades de Maguncia y Sankt Goarshausen.
Nos separan sólo 102 kilómetros de Coblenza, así que al día siguiente salimos de Maguncia por la mañana temprano pero con tranquilidad. Llegamos allí sobre las 9 y buscamos un sitio donde dejar el coche. Esta vez aparcamos casi en pleno centro, porque el casco antiguo y casi todos los sitios de interés de la ciudad están bastante cerca unos de otros (excepto alguna cosa puntual que se encuentra a las afueras).
Nos separan sólo 102 kilómetros de Coblenza, así que al día siguiente salimos de Maguncia por la mañana temprano pero con tranquilidad. Llegamos allí sobre las 9 y buscamos un sitio donde dejar el coche. Esta vez aparcamos casi en pleno centro, porque el casco antiguo y casi todos los sitios de interés de la ciudad están bastante cerca unos de otros (excepto alguna cosa puntual que se encuentra a las afueras).
Echamos a andar desde un aparcamiento muy céntrico, concretamente el que está en la misma plaza en la que se encuentra la Historiensäule (columna de la historia), que es una fuente con una escultura que representa 2.000 años de la historia de Coblenza en diez escenas, situadas unas sobre otras. Junto a ella hay una pared con las oportunas explicaciones sobre cada una.
Vamos caminando en dirección al centro y pasamos por la puerta del Rathaus (ayuntamiento). Un poco más adelante llegamos a Vier Türme (cuatro torres), que se encuentra en la intersección de las dos calles más céntricas de Coblenza: Löhrstrasse (la calle más comercial) y Altengraben. Se llama "cuatro torres" porque los cuatro edificios que confluyen en este cruce de calles, que datan del siglo XVII, tienen una fachada con multitud de detalles y un mirador grabado y pintado.
Un poco más adelante nos encontramos con Liebfrauenkirche (iglesia de Nuestra Señora), una iglesia muy curiosa por su mezcla de estilos: su origen es románico, su coro gótico y sus cúpulas barrocas. Lo más llamativo es su bóveda pintada, y está abierta todos los días; la entrada es gratuita. Cerca de ella se encuentra Florinskirche (iglesia de San Florin).
Nos dirigimos hacia la confluencia de los ríos Rin y Mosela y pasamos por el Mittelrhein-Museum (museo del Rin medio), que ofrece diversas muestras de la historia de la región, destacando su colección de cuadros paisajistas del Rin romántico del siglo XIX. En la fachada del museo, justo debajo del reloj, está la figura del Augenroller, que gira los ojos (de ahí su nombre) y saca la lengua en las horas en punto y en las medias. No nos da tiempo a verlo en acción, así que decidimos seguir viendo cosillas y volver un poco más tarde.
Por último, al llegar al punto en el que confluyen los dos ríos, vemos Deutsches Eck (esquina alemana), que es un mirador construido sobre un banco de arena. Su nombre proviene de Deutscher Ritterorden (orden de los caballeros teutones, que tuvo aquí el espacio donde construyó su casa). A las espaldas de Deutsches Eck, dominando el lugar, se encuentra la estatua del káiser Guillermo I. Es una estatua enorme, como era habitual en el estilo de finales del siglo XIX, y la original fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. El pedestal estuvo vacío un tiempo, durante el cual sirvió de monumento a la unidad alemana hasta que se produjo la unificación real en 1990.
Volvemos sobre nuestros pasos, hacia el centro de nuevo, y llegamos a la Basilika St Kastor (basílica de San Castor), que data del siglo XII aunque sus orígenes más antiguos se remontan a los tiempos de los romanos. En la antigüedad, la basílica fue el principal centro cultural y religioso de la ciudad; actualmente atrae a muchos visitantes por los tesoros que alberga en su interior, especialmente lápidas y pinturas que datan desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. La entrada es gratuita.
Junto a St Kastor se encuentra Deutscheherrenhaus (hogar de los caballeros teutones), que antiguamente llegaba hasta lo que hoy es el Deutsches Eck. En su día perteneció a los caballeros teutones y actualmente alberga el Ludwig Museum, que muestra colecciones de arte francés y alemán posterior a 1945.
Regresamos al coche y esta vez sí, nos da tiempo a ver al Augenroller en acción, aunque en la foto lo pillamos justo cuando acaba de meter la lengua. Habrá que volver algún día a ver si hay suerte, que se está haciendo demasiado de rogar...
Para terminar la visita, decidimos acercarnos hasta Festung Ehrenbreitstein (fortaleza Ehrenbreitstein), que está situada en la margen derecha del Rin, justo encima del Deutsches Eck, y es una de las fortalezas más grandes del siglo XIX. Ya no queda en pie nada del castillo original de la Edad Media, ya que fue destruido por las tropas francesas en 1801, pero aún se pueden ver sus restos.
Por la tarde tenemos previsto visitar Rüdesheim, pero de camino hacia allí decidimos parar en un pequeño pueblo, situado a unos 20 kilómetros de esta localidad, llamado Eltville; nos hemos enterado, de pura casualidad, de que allí hay un antiguo monasterio cisterciense.
El hecho de la existencia de un monasterio cisterciense no nos habría llamado la atención a priori; pero en este caso sí, porque descubrimos que es precisamente en él donde se rodaron algunas de las escenas de la película El nombre de la rosa. Empleamos un buen rato en visitar el exterior, con unos jardines cuidadísimos y en mitad de un bosque, y después decidimos ver el interior. Es aquí donde descubrimos algunos lugares que nos resultan familiares por la película; entre ellos, la iglesia y el scriptorium. Para los interesados, los folletos informativos están en español, entre otros idiomas.
Después de está interesante visita, nos dirigimos hacia Rüdesheim.
Coblenza sí que no la conozco (de hecho, apenas me suena), pero qué encanto tienen estas ciudades alemanas, verdad? Un beso
ResponderEliminarTengo una amiga que se va ahí mañana, le voy a pasar el enlace
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