22 de febrero de 2010

Cuadernos germánicos (VI): Heidelberg

Al día siguiente, en algo menos de una hora recorremos los 91 kilómetros que hay entre Maguncia y nuestro siguiente destino: Heidelberg. Llegamos allí sobre las 9 de la mañana y, como siempre, buscamos un sitio en el que dejar el coche, para poder dedicarnos a recorrer la ciudad caminando.

Castillo
Decidimos empezar por el Schloss (castillo) que, como todos los castillos, se encuentra situado en el punto más alto de la ciudad. Casi me da un aire al ver las escaleras tan empinadas que había para llegar hasta allí, pero la verdad es que la subida merece la pena, porque desde allí se puede contemplar todo el centro histórico. El castillo, que se empezó a construir en el siglo XIII, se encuentra medio derruido, aunque todavía queda en pie una parte que data del año 1400 aproximadamente. Por los 4 euros que cuesta la audioguía te dan un plano muy detallado en el que cada lugar está marcado con un número para que puedas tomarte todo el tiempo que quieras en escuchar las explicaciones, así que decidimos hacer la visita por nuestra cuenta. Eso sí, con esta modalidad hay lugares a los que no se puede acceder, como el pabellón de los espejos.

El acceso a los Schlossgarten (jardines del castillo) es posible, de manera gratuita, desde las 8 de la mañana hasta el anochecer. Los jardines están situados detrás de la fortaleza, y son un lugar perfecto para pasear, lleno de árboles, bancos de piedra y césped, e incluso una estatua-monumento al Rin y otra a Goethe. Desde aquí se ve la Pulver Turm (torre de la pólvora), que fue tomada por el ejército francés en 1693.

Jardines del castillo
Si lo que queremos es acceder al Schlosshof (patio del castillo), podemos hacerlo también gratuitamente a partir de las 17'30 y hasta el anochecer. Desde la terraza del castillo se puede contemplar una maravillosa vista de la ciudad, situada a las orillas del río Neckar. Como curiosidad, en el patio hay una escultura de dos angelitos; es una representación de los dos hijos del arquitecto que construyó el castillo. Al parecer estaban jugando y uno de ellos resbaló en un andamio; el otro fue a agarrarle y acabaron cayendo los dos y ambos murieron. En su honor, su padre los esculpió en una de las puertas del patio.

Ya fuera del patio, podemos visitar el Deutsches Apotekenmuseum (museo alemán de la farmacia), cuyo acceso es gratuito con la misma entrada del castillo. En él se exhiben diversas muestras de química y farmacología de siglos pasados. Justo enfrente, al otro lado del patio, podemos ver una especie de bodega donde están la Grosses Fass (gran tinaja), con una capacidad para 220.000 litros, y la Kleines Fass (pequeña tinaja), que tampoco es que sea precisamente pequeña.

Mono en el puente de Carlos Teodoro
Después de visitar el castillo, nos acercamos hacia el casco histórico para ver el Alte Brücke (puente antiguo), que era una de las puertas de acceso a Heidelberg. Justo a la entrada del puente hay una estatua metálica de un mono sujetando un espejo y rodeado de ratones. Dice la leyenda que quien toque el espejo tendrá mucha riqueza; quien toque los dedos del mono volverá a Heidelberg; y quien toque los ratones tendrá muchos hijos. No sé si funcionará eso de tocar al mono o no, pero aquello estaba todo el rato lleno de gente haciéndose fotos, supongo que por si acaso.

Si atravesamos el puente como si fuéramos a cruzar el río, encontraremos una estatua del príncipe Karl Theodor, del cual se dice que tuvo más de 200 hijos ilegítimos. No sé si es por eso por lo que le hicieron la estatua... Aprovechamos las cercanías del puente para dar un paseo a orillas del Neckar.

Una vez que hemos entrado en el centro histórico, encontramos los tres lugares más destacados de esta zona:

Marktplatz
Marktplatz: es una plaza no muy grande, con el suelo empedrado, en ella es donde tiene lugar el mercado municipal, así que suele tener bastante ambientillo. Cómo no, en ella también hay una fuente con una estatua dedicada al dios Hércules. En la época medieval, en esta fuente se encadenaba a los ladrones para dejarlos expuestos al público.

Heiliggeist Kirche (iglesia del Espíritu Santo): fue construida entre 1398 y 1441, y es de estilo gótico. Entre los años 1706 y 1936 hubo en su interior un muro que separaba la parte utilizada por los protestantes de la que utilizaban los católicos; hoy día, esta iglesia es de culto protestante. Para llegar a la aguja de la iglesia hay que pagar y subir 204 escalones.

Universidad
Universidad. Es uno de los lugares más conocidos de Heidelberg. Sus instalaciones se encuentran repartidas por toda la ciudad, pero las más históricas y por lo tanto las más turísticas son las que están en el centro, concretamente en Universitätsplatz. De las instalaciones universitarias, visitamos cuatro:

* Estudiantesenkarzer (cárcel estudiantil): en ella se encerraba a los estudiantes de conducta dudosa. Las condenas duraban como mínimo tres días y los detenidos eran castigados a pan y agua; en algunos círculos, se consideraba una prueba de virilidad haber estado en la cárcel (el síndrome del macho germánico, supongo). Los que estaban allí encerrados se entretenían escribiendo y haciendo dibujos en las paredes, que todavía hoy pueden verse.

* Universitätsmuseum (museo universitario): se trata de una pequeña exposición sobre la historia de la universidad. Paseando por las salas y viendo los expositores, descubrimos que Goebbels era doctor en Filosofía y que precisamente dio clases de filosofía en la universidad de Heidelberg.

* Alte Aula (antigua aula): se accede a ella desde el museo, con la misma entrada de la cárcel universitaria. Se puede visitar excepto, claro está, cuando se encuentra ocupada.

* Universitätsbibliothek (biblioteca de la universidad): fue construida entre 1901 y 1905, y en ella se pueden encontrar todo tipo de libros y documentos muy interesantes procedentes de la colección de la Ausstellunsgraum. El acceso a la biblioteca es gratuito.

Después de visitar la universidad nos acercamos a Jesuitenkirche (iglesia de los jesuitas), que está junto a la biblioteca universitaria y fue construida entre 1712 y 1750. En su fachada pueden verse relieves de Cristo, la Fe, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. El acceso es gratuito, pero si queremos visitar la Schatzkammer (tesorería) y ver sus reliquias, deberemos pagar.

A orillas del Neckar
Para terminar, y antes de despedirnos de Heidelberg, damos un paseo a orillas del Neckar. Por cierto, en una farola que hay por allí cerca vemos nada menos que un cartel anunciando un concierto, para noviembre en la ciudad de Manheim, de ZZ Top; yo que pensé que estos ya llevaban años y años jubilados... Mañana nos tomaremos el día en plan más relajado, que hemos decidido hacer un crucero en barco por el Rin desde por la mañana hasta por la tarde. Así descansamos nosotros y el coche también, que lleva ya un buen tute de kilómetros...

1 comentario:

  1. Esta ciudad no la he conozco. Pero no me importaría visitarla, especialmente el schloss. Un saludo

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