Casa di Goldoni. |
Un poco más adelante, llegamos a uno de los tramos del Canal Grande, aunque con esto de que es el más famoso de la ciudad, a poco tiempo que pases en Venecia te lo encontrarás infinidad de veces durante tus paseos. Este canal tiene forma de S invertida y mide algo más de 3 kilómetros de largo, tiene 6 metros de profundidad y entre 40 y 100 metros de anchura, según los tramos. Como veis, todo un señor canal que además divide la ciudad en dos.
Piazza San Marco. |
Dejamos a nuestras espaldas la plaza y, rodeando el palacio ducal, llegamos al ponte dei Sospiri, que se llama así por los suspiros que supuestamente daban, al pasar por él, los que eran conducidos de camino a los calabozos de la prisión construida junto al palacio ducal. A mí casi me da un ataque cuando lo veo, porque tanto bombo con el puente de los suspiros y resulta que al asomarme descubro que lo están arreglando y lo han tapado con una tela enorme que lleva impreso un anuncio, también enorme, de Coca-Cola. Vamos, que el puente casi ni se ve; ya se lo podían haber currado un poquito más y decorar la lona por ejemplo con una ilustración del propio puente...
Junto a este puente hay varias paradas de vaporetto, que es el principal medio de transporte para ir de una isla veneciana a otra. Lo que decidimos hacer es comprar un billete de 24 horas, con el que podremos utilizarlo ilimitadamente durante todo ese tiempo; así podemos ver Venecia unos ratos caminando y otros navegando de un sitio a otro, bajándonos si algo nos llama la atención y volviendo a subir al vaporetto, o bien siguiendo nuestro recorrido a pie. La verdad es que lo del billete por horas resulta de lo más práctico, y desde aquí mismo hacemos nuestros primeros pinitos en este medio de transporte. Cogemos un barco al azar, que en este caso nos lleva por el gran canal en la misma dirección en la que habíamos venido a primera hora de la mañana: el puente de Rialto. Y seguimos viendo más cosas.
Chiesa di Santa Maria della Salute. |
Otro de los puntos en los que bajamos del vaporetto es la basilica di San Marco, que mezcla varios estilos arquitectónicos, aunque el predominante es el bizantino. Tiene planta de cruz griega y cinco cúpulas, y para su construcción se tomó como modelo la de los Doce Apóstoles de Constantinopla. Se convirtió en la catedral de Venecia en 1807, y lo más destacado de su exterior (aparte de la fila interminable de gente esperando para entrar) es la galería que se encuentra encima de la entrada principal, en la que hay cuatro caballos de bronce dorados (son copias; los originales están dentro). Como hay una cola increíble para entrar, decidimos dejarlo para más tarde y buscamos otra parada de vaporetto para ir a visitar una de las 117 islas de Venecia.
Hacemos una parada en la isla de Lido, que es famosa especialmente por sus playas. Nos dedicamos a darnos un paseo por allí y después cogemos otro vaporetto de vuelta a San Marcos; esta vez bajamos un momento en el recinto de la Bienale, donde se celebra el festival de cine de Venecia, aunque no podemos ver los jardines más que por fuera, porque están de obras y no se puede entrar. Así que volvemos hacia la basílica, esta vez para intentar entrar, aprovechando que hay bastante menos gente que por la mañana. La entrada a la basílica es gratuita, y sólo hay que pagar si quieres subir al balcón de la fachada o a ver el tesoro; como en todas las iglesias italianas, no se pueden llevar pantalones ni faldas cortos ni escotes demasiado pronunciados ni los hombros al descubierto. Tampoco se puede entrar con mochilas ni con bolsos demasiado grandes, pero muy cerca de la basílica hay una consigna en la que te dejan "aparcar" tus trastos durante una hora, de forma gratuita. No tengo ni idea de cómo controlarán exactamente el tiempo, porque entre la cantidad de gente que hay y que aparentemente no apuntan en ningún sitio a qué hora has dejado las cosas, no me queda muy claro cómo se darán cuenta de si alguien se pasa de la hora.
Basilica di San Marco. |
Dejamos la basílica a nuestras espaldas y, yendo hacia nuestra izquierda, llegamos al palazzo Ducale, que era la residencia oficial de los dux, y también la sede del gobierno. Es un edificio muy llamativo, de estilo gótico, con fachadas de piedra blanca y mármol rosa; una de ellas da a la piazza di San Marco y la otra al gran canal.
Palazzo Ducale. |
De camino a Murano. |
Ya nos habían dicho que Venecia por la noche es una ciudad con muchísimo encanto, así que dedicamos el resto de la tarde a callejear un poco más, y cuando empieza a atardecer volvemos de nuevo a San Marco para coger un vaporetto hasta piazzale Roma, recogemos el coche del aparcamiento y volvemos al hotel. Y después de todo esto, doy fe de que efectivamente Venecia de noche tiene muchísimo encanto.
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