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24 de octubre de 2015

Viajar sí, pero ¿para qué?

Fotografía: GettyImages.
Como decían los payasos de la tele, el viajar es un placer que nos suele suceder. Pero, contrariamente a lo que podríamos entender por las estadísticas, no a todo el mundo le gusta viajar; aunque también es cierto que a quien le gusta, le gusta mucho.

Después de decir esta bobada y quedarme tan ancha, les explico un poco más, y es que hoy vengo a decirles que viajar por turismo o experiencia vital está muy bien; pero lo que para usted, señor o señora turista, es una actividad de ocio o un encontrarse consigo mismo, para quien lo recibe como tal usted es un mero negocio o elemento de un negocio, o un tío raro con mochila con el que se encuentra en su ciudad, pueblo o aldea. Y como todo negocio, eso del turismo puede estar bien o mal y hasta peor gestionado; y respecto a experiencias vitales de encontrase a sí mismo en la otra punta del mundo, muchas veces se compromete en ese autoconocimiento a desconocidos que le ofrecerán hospitalidad que, usted que se busca a sí mismo, entiende como un favor personal cuando, la mayor parte de las veces, esa hospitalidad es por condicionamientos tribales-religiosos y no porque la gente que lo acoge se alegre de verlo y no tenga otra cosa que hacer ese día que compartir su escasa comida con usted.

Por tanto, conviene mucho saber a dónde se va, por qué se va y, sobre todo, para qué se va uno de turista y más si es fuera y muy fuera del hábitat de confort al que se está acostumbrado. Porque una cosa es, como decía Blanche Dubois, confiar en la amabilidad de los desconocidos, y otra muy distinta aprovecharse de esa bondad ajena o caer como un pardillo en falsos exotismos locales.

Si de una ciudad a otra del mismo país (y hasta de la misma región y, si me apuran, hasta en la propia ciudad de uno) ya nos encontramos gentes y costumbres diferentes a los de nuestro habitual lugar de residencia, pues al viajar a otros países no nos debe sorprender eso de encontrarnos lo que se suele llamar como "choque de culturas". Pero hay un tipo de turistas-viajeros que buscan eso precisamente, otras culturas diametralmente opuestas a la suya para experimentar "otra forma de vivir". Y claro, pasa lo que pasa y es que lo que para usted y para mí es "exótico", para esa otra gente lo suyo es lo "habitual", y quien es y resulta "exótico" somos usted y yo. Bueno, yo no porque a mí los exotismos me gustan lo justo tirando a casi nada.

Pero el viajero occidental, ese de pasaporte del "primer mundo", tiene una manía muy tonta, y es que se piensa que por ser quien es, un turista ilusionado con conocer nuevas culturas, se lo va a recibir en todas partes y sin excepción con una gran sonrisa y la misma ilusión con la que él va. Y va a ser que no. Usted como turista no es un ser especial digno de adoración sin condiciones, ya que usted sale de su casa porque le da la gana y porque posiblemente ha leído, visto, le han contado, tal o pascual cosa que le parece tan interesante que no quiere morirse sin tener la oportunidad de conocer tal cosa de primera mano.Y es estupendo, nadie dice lo contrario. Pero el resto del mundo no tiene por qué interesarse por sus ansiedades vitales de conocer mundo, porque eso de conocerse a sí mismo suena a algo íntimo y privado pero, mire usted qué cosa, que todos o casi todos se empeñan en contarlo, fotografiarlo y, casi siempre, colocarnos un libro con su tanta experiencia. Un libro de librería, de esos que valen dinero; no es que te lo manden gratis a casa, no.

Y eso es sospechoso, ¿no? Porque como paso previo al libro, nos encontramos con el blog, donde los viajeros intrépidos nos cuentan cada instante de esa búsqueda de autoconocimiento vital personal. Y cuando el asunto va por ahí encaminado me da que, más que autoconocimiento, muchos de los viajeros intrépidos buscan reconocimiento. Algún trauma de infancia mal resuelto, supongo. O un interés económico de conseguir editar un libro y crear un negocio de organización de "viajes de autoconocimiento by..." que les permita vivir de su afición viajera. Eso lo puedo entender mejor y hasta lo apoyo. Hacer de un hobby una forma de vida es muy interesante y estupendo... Siempre y cuando no nos lo vendan como que nos están haciendo un favor por contarnos su vida.

El turismo es un gran invento, pues ha contribuido notablemente a democratizar las expectativas viajeras de quien quiera hacerlo; hoy en día viaja quien quiere y hasta quien no quiere, más facilidades no pueden poner las empresas turísticas para que usted llegue a donde quiera llegar, por muy raruno que sea el destino que se le ocurra. Ni siquiera el dinero es problema, puede usted financiar en cómodos plazos todo viaje que se le ocurra. Pero supongamos que usted detesta todo lo que tenga que ver con "viaje organizado" y se quiere ir de tour por su cuenta. Pues tampoco tendrá más problemas: hoy en día con zapato cómodo, repelente de mosquitos, un par de tarjetas de crédito y un teléfono móvil se organiza usted perfectamente en casi cualquier sitio. Si aun así le parece todo eso demasiado de burgués decadente y busca la aventura total, pues oiga, que también.

Pero en todos los casos, ya sea en viaje organizado y tutorizado por agencias o al libre albedrío y sin red, lleve en la maleta y como imprescindible, una buena dosis de respeto por costumbres ajenas y también una buena ración de mala leche para que no le tomen por un pardillo despistado al que desplumar el primer día. Parece contradictorio pero no lo es. Sobre todo en los llamados destinos exóticos donde el elemento raruno va a ser usted. Porque en los blogs de viajes vitales de búsqueda de uno mismo, todo es hablar de las sonrisas de los niños y de la hospitalidad de los humildes, pero los cuentos de hadas ya no se los creen ni quienes los cuentan. Y sobre todo, el consejo de las abuelas de toda la vida: donde fueres haz lo que vieres. Y tenga mucho respeto y mucha humildad, porque el resto de la humanidad no tiene por qué estar atento a sus expectativas de si se encuentra a sí mismo o se pierde en un barranco.

Yo soy de las personas a las que les gusta viajar pero para ver esto, esto y esto concreto, nunca aspiro a conocer por completo una "cultura ajena" en un viaje porque si apenas entiendo en la que vivo, como para liarme en una o dos semanas a doctorarme en culturas ajenas. Y a eso me refiero cuando digo lo de respeto y humildad. Usted, como yo, lo puede leer en los múltiples blogs de viajeros intrépidos que, con pasar dos o tres semanas en tal país de cultura "exótica", tal parece que se hayan pasado veinte años viviendo en tal sitio como para poder conocer y dictaminar "los habitantes de tal país son así, así y así, porque yo lo valgo". De alguien que cuenta lo que le pasa y vive porque lleva un tiempo razonable viviendo y trabajando y comiendo y bebiendo a diario la comida local de tal o cual país, vale, me lo creo. Pero de quien va de experiencia turística del tipo que sea y durante una semana o dos o tres, eso de aseverar y adoctrinar sobre culturas ajenas va a ser que no.

Y después tenemos que la gente miente mucho y solo te cuenta lo bueno, y de lo malo no te cuenta nada hasta que han pasado lo menos dos años. Pero esos amigos que viajan a lo más exótico y lejano que encuentran (y que no conocen ni el nombre de la provincia contigua a la que viven), al final se desahogan y te cuentan la verdad: que esa maravillosa playa exótica era un puro barrizal, que esa idílica y solitaria laguna del otro lado del mundo está llena de bares con alemanes borrachos... Y que sí, que es verdad, que los chinos escupen a todas horas y en todos sitios. Pues esa es su cultura y si vas y no te gusta, te aguantas. Pero es gracias a que las amistades te van contando la verdad de los viajes que vamos aprendiendo cosas en cabeza ajena, y así podemos evitar ciertas penurias bastante frecuentes.

Por ejemplo, si usted va a un país lejano-exótico a un hotel de lujo y se pasa el día en la piscina y el buffet libre, pues es evidente que no se entera de nada ni de la cultura de nadie, y tal vez ni esa sea su intención ni tiene que serlo. Bien, pero no me diga ni se crea que la cocina del hotel de lujo es la "típica del país" porque si le ponen la verdadera comida típica del país, riquísima sin duda pero que no se parece en nada a la de su kebab o restaurante exótico de confianza de su ciudad habitual, usted vuelve a casa con 15 kiloa menos. Porque el primer día le hará gracia el tipismo, el segundo ya menos, y el tercero, sus intestinos delgado y grueso, poco o nada acostumbrados a esos tipismos, le van a indicar de forma clara y nada agradable que deje de comer y tome solo agua embotellada con zumo de limón. Hay gente a la que ya le pasa el primer día y del hotel solo llega a conocer a los del servicio de limpieza, que van a remediar el fiasco de sábanas y toallas que provoca la insensata intrepidez de algunos.

Ya si su caso es que usted va a estar una buena temporada en tal lugar, pues le pasará lo mismo pero su sistema digestivo se acabará por acostumbrar y podrá comer lo que quiera ya sin peligro. Pero si en los hoteles de lujo sirven lo que se llama "cocina internacional", es decir , comida adaptada a los estómagos internacionales de los clientes y a su poca costumbre a los sabores locales, será por algo. Y aun así, un trago involuntario de agua mientras se cepilla los dientes o se ducha, puede desencadenar "la tragedia". Pero claro, si usted es un turista intrépido y quiere demostrarlo en las redes sociales, no va a dejar de probar "la auténtica cocina local" y se adentrará por calles y callejuelas buscando el "color local" y se zampará entre lo raro y lo más raro que encuentre en un puesto de comida callejera o taberna típica.Y todos sabemos lo que pasa después de ese selfie sonriente que se cuelga en Instagram. Que te cagas vivo. Literalmente. Y te pasas el resto de las vacaciones en la habitación del hotel de la cama al baño, del baño a la cama, y mientras solo sea eso, no es grave. Lo grave será que de la diarrea nos dé una deshidratación y le cambien a usted de la habitación del hotel a la de un hospital cercano. Y, según me han contado, los hospitales "exóticos" no son nada agradables. Ni gratis.

En casi todos los hoteles de lujo de destinos "exóticos" la dirección recomienda a los clientes que no se adentren en solitario por los encantos urbanos o rurales del destino "exótico" por su propia seguridad. Y no suele ser (aunque también puede ser) por peligro a su integridad física por un ataque delictivo de cualquier tipo; no, lo que la dirección de los hoteles de confort de lujo, ese que usted ha contratado para tener un baño occidental con papel higiénico, lo que no quiere es que sus clientes se pasen sus días de vacaciones con diarrea. No porque les importe que usted se cague encima, más bien por el extra de horas y productos de limpieza que van a tener que gastar con usted. Por tanto, junto al respeto a las costumbres locales y a las indicaciones de su hotel, lleve en su neceser una buena ración de antidiarréicos... Por si acaso.

De las vacaciones existenciales de autoconocimiento vital siempre me ha llamado la atención una cosa. Está muy bien lo de buscarse a sí mismo por el mundo entero pero ¿por qué tiene que ser gratis o a costa de la hospitalidad de otros? Es decir, si usted se busca a sí mismo, ¿tiene que ser en casa de otras personas que, posiblemente, tengan recursos económicos infinitamente menores que usted? Porque fíjense en los blogs de los viajeros con ansias existenciales: siempre hacen referencia a "y en tal sitio remoto nos acogieron en su humilde casa con una sonrisa y compartieron su comida con nosotros", o "estábamos ya desesperados pensando que tendríamos que dormir en la calle cuando un fulano encantador (de la nacionalidad que sea) nos ofreció su casa "e incluso" nuestro desconocido anfitrión -salvador nos cedió su cama y él durmió en el suelo". Pues oiga, perdone, pero vaya morro. Eso no es buscarse a sí mismo ni conocer culturas ni leches en vinagre, eso es querer viajar por la jeta (occidental) aprovechándose de los demás.

Porque el teléfono móvil de última generación para hacerse los selfies y subirlos a Instagram no lo sueltan ni para mear. Y es de muy mal gusto eso de aprovecharse de la hospitalidad de la gente para viajar por la patilla y ahorrarse noches de hotel, cuando se tiene en el bolsillo de la mochila el billete de avión de vuelta y para ir a ciber a postear la obligada entrada diaria del blog no hay dolor en gastar dinero. Usted lo llamará viaje "existencia vital", yo lo llamo "vaya jeta".

- Eh, Maru, eres una borde y no entiendes nada porque eres una maldita burguesa acomodaticia.

Pues claro, y no lo tengo ni que explicar ni justificar y si no paso de ser burguesa acomodaticia a millonaria extravagante es porque mi economía no me lo permite; que anda que si yo dispusiera de avión privado, aunque fuese en alquiler, me iba yo a meter en un vuelo low cost lleno de universitarios que ya van borrachos de casa, o de marujas repeinadas que cada vez que el avión da un saltito se ponen a chillar como si las estuvieran degollando.

Pero una cosa también les digo y es que yo y yo misma, la maldita burguesa acomodaticia y la misma que se paga sus vacaciones y no pretende otra cosa que ver cuatro cosas concretas y descansar, lo que nunca hará es aprovecharse de la miseria de los demás para "encontrame a mí misma" en ningún sito del mundo... A costa de la hospitalidad de gente que, con encontrar qué comer al día siguiente, ya tiene su triunfo diario. Yo a eso siempre lo llamaré "vaya jeta". Y más cuando se hace con la intención de contarlo en un blog profesional con puros y duros fines económicos de ganar dinero contando "experiencias vitales en la búsqueda de mi yo profundo. Dale al like y comparte/suscríbete si te ha gustado.".

No cuenten con mi like.

2 comentarios:

  1. A LAS MUY BUENAS YA CASI COMIDAS de sábado, Espe!!! Buffffff, sí, muy cierto eso que dices: la pavada está de moda pero la que mencionas es muy, cómo diría...farolera. O de ese amigo o conocido que porque ha ido a la India un par de semanas, pongamos por caso, ya viene creyendo ser Swami-gurú-talytalandaji, jajajajajaja...y que encima se permite el lujo de andar dando lecciones a quienes tenemos que soportar su interminable tira de fotos y eso estando en un pub y tomando unas cervecitas. Y ya del selfie ese ni te cuento. MENUDA GILIPOLLEZ, o la manía esa de reeditar a Narciso pero cambiando reflejo en el agua por ojo de cámara y encima a lo cutre y haciendo el ridi. BUF, MENUDA CATETADA.

    Un besazo!!!

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    Respuestas
    1. Si es que los que dan lecciones como si fueran maestros aunque no tengan ni idea son muy comunes, por desgracia. Y yo añadiría que muy cansinos también, jajajaja.

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