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13 de junio de 2018

Más vale tarde que nunca...

Qué tiempos aquellos...
Y digo que más vale tarde porque la solución me ha llegado con unos cuantos años de retraso; bueno, en realidad ha sido más bien culpa mía, y eso me recuerda a un chiste en el que una mujer está declarando ante el juez y cuando le preguntan cómo es que ha matado a su marido después de 46 años de casados, ella responde que eso pasa cuando las cosas se van dejando... No es nada políticamente correcto el chistecito, pero personalmente me hace mucha gracia y además me temo que es lo mismo que me ha pasado a mí con el invento del que os voy a hablar.

Los que me conocen desde hace tiempo, tanto personal como virtualmente, se saben ya mi historia de aventuras médicas; me refiero a la historia principal, porque secundarias tengo también unas cuantas. Esta es la que siempre digo que daría para escribir un libro; ese libro que también tengo en mente desde hace tiempo pero que nunca me animo a terminar. A los "nuevos", por no escribir aquí un testamento, simplemente decirles que LA historia de mi vida se resume en lo siguiente: que un día, hace ya muchos años, exactamente cuando tenía 9 (de esa época es la imagen que he puesto, mala con ganas pero es lo que tienen las fotos en papel cuando se combinan con un escáner cutre), me detectaron un bulto sospechoso que se confirmó que era un sarcoma de Ewing, una variedad de cáncer de huesos bastante agresiva; que me pasé una buena temporada entre médicos y hospitales; que llegaron a diagnosticar que si no me amputaban la pierna no esperaban que viviera más allá de tres meses; que me dieron sesiones de quimioterapia y radioterapia por mí y por todos mis compañeros; que finalmente no amputaron pero a cambio quitaron medio peroné y, como tuvieron que apañar la pierna como buenamente pudieron, con los músculos, nervios y tendones hicieron un trabajo que ya quisieran las encajeras de bolillos...

Total, que desde entonces mi pierna derecha es "mi pierna chunga", y aunque tengo la suerte de que la conservo, porque hace casi cuarenta años no se lo pensaban mucho si había que amputar, la pobre me lleva dando problemillas desde entonces. Una de las consecuencias del encaje "bolillil" fue que, al tener que disecar el nervio ciático poplíteo externo (ahí queda eso), el pie se me acabó cayendo; esa es otra que daría para un capítulo del famoso libro, y es que como si conservaba la pierna me iba a morir, se ve que no se esforzaron mucho conmigo ni me mandaron rehabilitación ni nada parecido. El caso es que a consecuencia del pie vago, llevo desde entonces torciéndome el tobillo cada dos por tres y haciéndome esguinces cada dos por tres... Pero dentro del suplicio que es hacerse un esguince, tuve la "suerte" de que uno de ellos me lo hice en el trabajo, y en la mutua di con un traumatólogo encantador que se quedó cortocircuitado cuando al preguntarme por mis antecedentes médicos le conté esta historia. Este médico se tomó muchísimo interés, me dijo que a esas alturas la rehabilitación no podría hacer demasiado pero aun así me tuvo una temporada yendo al fisio, y por último me recomendó un achiperre del que yo no había oído hablar nunca: un antiequino, que a mí me sonó a algo relacionado con la equitación.

Pero nada más lejos de la realidad... Cuando el pie se te cae, en mi caso por tener el nervio ciático medio inútil, a eso lo llaman "pie equino"; así que un antiequino revierte ese problema, haciendo que el pie en cuestión no se caiga. Hay varios modelos, desde los más sencillos hasta los más sofisticados (haciendo una búsqueda en Google veréis enseguida de qué os estoy hablando), así que como me sentía un poco perdida decidí ir a una ortopedia de mi barrio, de la que me habían hablado muy bien pero en la que no había estado nunca, a pesar de haber pasado por su puerta millones de veces. Allí les conté mi problema y, después de que me explicaran cómo funcionaba cada uno de los modelos, opté por uno que me pareció que me resultaría el más cómodo de todos. Y...

¡¡¡Tachán!!! Aquí os presento a mi amigo "pisabién", que lo he bautizado así y hoy se lo contaba a mi amiga Esther, también interesada en el cacharrín; y además me he dado cuenta de que hace unos días ella escribió en su blog sobre cosas que le facilitan la vida, y aunque ya habíamos hablado de este invento, no caí en mencionárselo cuando comenté la entrada.
Imagen: Saniprix
Básicamente, por un lado es una tobillera con una anilla en el centro, y por otro una tira metálica un poco elástica que lleva una almohadilla de velcro en cada extremo; la tira se sujeta a los cordones del zapato con unos ganchos metálicos, y las dos almohadillas se fijan a la tobillera; hay otra modalidad para colocarlo, en el caso de que los zapatos sean sin cordones, pero aún no la he probado. Como veis, más fácil imposible, y además lo que conseguimos es que el pie deje de caerse por fin, que era lo que a mí me traía por la calle de la amargura. Total, que así para resumir:

Pros
  • Es muy fácil y cómodo de colocar.
  • El pie no se cae, pero lo puedes flexionar porque la tira es elástica.
  • Me siento más segura al caminar.
  • Al caminar mejor, también mejora la postura (y me duele menos la espalda).
  • En teoría se puede usar con todo tipo de calzado, variando el anclaje.
Contras
  • Me molestaba hasta que conseguí encontrar la posición correcta para mí.
  • Da un poco de calor.
  • A veces, cuando lo llevo puesto todo el día, el tobillo se resiente algo.


Pero sin duda me quedo con el día que lo probé por primera vez, en la ortopedia, y cuando me ayudaron a colocarlo me dijeron que me pusiera de pie para ver qué tal andaba. Después de tantos años pisando mal, la sensación de poner el pie en el suelo y notar que no se caía como siempre, fue una pasada. Y según dijo mi madre, que venía conmigo, la cara de felicidad que se me puso le recordó a esos vídeos en los que un niño sordo o ciego de nacimiento escucha o ve a su madre por primera vez; con ese pedazo de PRO creo que lo digo todo. Yo desde luego estoy encantada con este descubrimiento, a pesar de que ya podría haberme animado a hacerme con él mucho antes...

10 comentarios:

  1. Nunca es tarde si la dicha es buena. Me parto por cómo lo cuentas, eso de que si conservabas la pierna es que te ibas a morir y por eso no se esforzaron mucho me ha matado, pero de la risa. El sarcoma ese no sabía a quien se enfrentaba.

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    1. Se ve que en lo que más se esmeraron fue en el encaje de bolillos, que siglos después se siguen viendo las marcas de los puntos, jajajajajaja.

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  2. Espe, impresionante; gracioso, ameno, pero sobre todo emocionante al final cuando realmente ves el cielo abierto de poder pisar bien. Mil gracias.

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    1. Muchas gracias a ti por la visita. Y ya sabes, con que a un solo APUsimpatizante le venga bien, me daré por satisfecha.

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  3. ¡Vaya Espe! Yo no tenía ni idea, pero claro, soy relativamente nueva por aquí... Me ha parecido todo muy curioso y con muchos términos nuevos que yo no tenía ni idea. Me sorprende lo que el ser humano es capaz de soportar y de como somos capaces de luchar por seguir adelante. No sabes como me alegro que hayas encontrado una solución y que por fin, puedas apoyar bien el pie. Un beso.

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    1. Uf, esta historia me da para escribir un libro, pero desde luego sí es increíble de lo que somos capaces cuando nos vemos en según qué situaciones...

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  4. Vaya historia, que ignorantes somos y cuanto por saber nos queda el mundo de la medicina no tiene límites. Me alegro muchísimo que algo que a priori pueda parecer tan sencillo te haya ayudado a ti y a muchos con algo tan importante. No puede haber nada mejor que inventar que algo que ayude a mejorar la calidad de vida de las personas. Un besazo.

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    1. La verdad es que sí, en momentos como este da gusto ver que la medicina avance tanto...

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  5. Solo tú y nadie más que tú puedes contar algo tan terrible(sin paliativos) como lo que pasaste de niña y las consecuencias que tuvo y hacer que no solo sea entrañable y lleno de ánimo , es que al empezar a leer lloro de risa y al acabar me lloran aún los ojos pero de emoción de poder compartir ese momento único de felicidad de, qué cosa no?, poder apoyar bien el pie. No cambies nunca, ge te como tú no solo hay que quererla pa siempre, hay que clonarte y que nos contagie esa fuerza y esa gracia que tienes. Muchos besos!!!

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    1. Chica, es que a estas alturas de la vida ya prefiero tomármelo todo con humor aunque a ratos se quiten las ganas... Pero ya ves cómo una cosa tan sencilla como apoyar bien el pie te puede cambiar la vida. Lo de que me clonen no lo veo claro, jajajajajaja.

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