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5 de abril de 2018

Hôtel du Vieux-Québec, a los pies del castillo

Imagen: web del hotel
En uno de mis viajes a Canadá, decidí reservar unos cuantos días para visitar algunas ciudades que están más alejadas de Toronto, en la que vivía entonces mi hermana. La idea era llegar hasta Quebec, que es la que pilla más lejos, y una vez allí ir retrocediendo hasta llegar de nuevo a Toronto; y ya puestos, nos fuimos a la aventura sin haber reservado alojamiento ni nada. Pasamos por un chiringuito de alquiler de coches que hay cerca de casa de mi hermana, de los vehículos que tenían disponibles elegimos un Toyota Corolla, y nos pusimos en marcha camino de Quebec muy temprano, ya que eran unos 800 kilómetros los que teníamos por delante.

Como el camino es largo y da para mucho, aprovechamos para ir leyendo en nuestra guía viajera qué cosas se pueden visitar en Quebec; le echamos también un vistazo al apartado de hoteles y fuimos descartando hasta quedarnos con los que más nos convencían, porque en el centro histórico de la ciudad hay muchos y la verdad es que casi todos tienen una pinta estupenda. Al llegar allí, lo que hicimos fue buscar un sitio más o menos cercano donde dejar el coche y nos fuimos hacia el Hotel du Vieux Québec, que fue el que más nos había gustado; si no encontrábamos habitación, seguiríamos probando con los demás de la lista.

El hotel se encuentra más céntrico imposible, concretamente en la rue Saint-Jean 1190; esto está a un paso del castillo Frontenac y la plaza Real, dos de los principales sitios de la ciudad. Allí le preguntamos al chico de recepción, que hablaba indistintamente inglés y francés, si tenían alguna habitación doble disponible; en un principio nos dijo que el hotel estaba completo. Pero como habíamos leído en la guía que a veces tienen disponibles algunas habitaciones del sótano (que las llaman hospitality rooms), de las que están destinadas para el personal que trabaja en el hotel, le preguntamos por si acaso colaba; como sólo teníamos pensado pasar allí una noche, decidimos que valía la pena intentarlo. Y así fue; el chico nos dijo que si no nos importaba estar en el sótano, había varias de esas habitaciones libres.

Imagen: web del hotel
El edificio del hotel es muy bonito, en plan casa antigua (por fuera, por dentro es muy moderno), con cuatro plantas más el sótano y un total de 45 habitaciones decoradas con obras de artistas oriundos de la región de Quebec. Desde la recepción se accede al comedor, a los ascensores y a uno de los salones habilitados para ver la televisión, leer la prensa o descansar; los suelos están enmoquetados y la decoración es muy sencilla.

Nuestra habitación, como decía, estaba en el sótano aunque finalmente no resultó ser tan tétrica ni oscura como yo esperaba (la foto que he puesto es de una de las habitaciones básicas, porque con mi cámara no llegué a hacer fotos en la nuestra, pero la distribución es prácticamente igual). Imagino que precisamente por estar en el sótano, y para dar algo más de luminosidad, la decoración era toda en tonos blancos, así que resultaba en realidad bastante luminosa a pesar de dar a un patio interior. También me sorprendió el tamaño, y es que la esperaba más pequeña, sobre todo teniendo en cuenta que estas habitaciones están destinadas al personal del hotel, que supongo que no vivirá allí permanentemente, salvo en algún caso especial.

Al entrar, a la derecha, teníamos el cuarto de baño, no demasiado grande pero suficiente, con bañera, inodoro y lavabo, además de un par de cestitas con varios artículos de aseo. Y también al entrar pero a la izquierda, un armario empotrado bastante grande. A continuación una cama de matrimonio, también grande, con una mesilla de noche a cada lado; a la izquierda de la cama estaba la ventana que daba al patio, y en la pared de enfrente la televisión, un escritorio con un par de sillas, un mueble bar y una cafetera.

En cuanto al precio, a nosotros nos salió algo más barato porque según nos dijo el chico de recepción, si te alojas en las habitaciones del sótano siempre te hacen un pequeño descuento. Lo único es que este tipo de habitaciones no está ofertada en la página del hotel, así que no sé si es porque ya no las ofrecen o si es que sólo lo hacen si te presentas allí como hicimos nosotros y lo preguntas por si cuela. En cualquier caso, os dejo un enlace a la web, que además tiene también versión en español, para que podáis echar un vistazo. En nuestro caso elegimos la opción de sólo alojamiento porque en el centro hay un montón de sitios donde poder tomar algo, así que no llegamos a desayunar en el hotel. Lo que sí hicimos, porque nos dijo el chico de recepción que durante los meses de julio, agosto y septiembre está incluido en el precio, fue apuntarnos a las visitas guiadas por el casco antiguo; las hacen por la mañana y son tanto en francés como en inglés. Poco más se puede pedir.

En resumen, si tenéis pensado visitar Quebec, creo que este hotel es muy buena opción: céntrico, acogedor, bastante bien de precio para la zona en la que está, con personal muy amable... Yo desde luego lo volveré a tener en cuenta si viajo de nuevo por allí.

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