Son ya varias las veces que he tenido ocasión de hacer esta ruta, de lo más interesante y curiosa, que discurre por la sierra noroccidental de Guadalajara y a la que el nombre le viene por el color de la pizarra que se utiliza tanto en los tejados como en los revestimientos de los muros de las casas de la zona. El recorrido oficial que suelen recomendar en las oficinas de turismo pasa exactamente por diez pueblos de la zona, aunque hay algunos más a lo largo del camino. Todos ellos son muy pequeñitos y la ruta entera se puede hacer en un solo día, pero si tenéis tiempo, yo recomendaría aprovechar y dedicarle por ejemplo un fin de semana; también se puede hacer entre semana, como hicimos nosotros la última vez, porque así además te lo encontrarás todo bastante menos masificado que durante los sábados y los domingos. Pero, en cualquier caso, es una excursión que merece la pena hacer, aunque después de haber probado diferentes modalidades, para mí la mejor es más de un día y a ser posible entre semana.
Por lo general se suele empezar en Tamajón, y desde aquí la ruta hace una forma de V; así que según el tiempo del que dispongamos, podemos hacer un solo "palito" de la V o los dos, pero teniendo en cuenta que, empecemos por donde empecemos, habrá que retroceder de nuevo hasta Tamajón para hacer el lado opuesto de la ruta. Si por un casual tenéis previsto hacer el recorrido completo, lo que suelo recomendar es empezar por el pueblo más lejano de cualquiera de los dos palitos de la V (Majaelrayo si vamos hacia el oeste, o Valverde de los Arroyos si vamos hacia el este), y desde allí ir bajando, llegar a Tamajón y continuar hacia el extremo contrario; para mí es lo más práctico pero, como siempre digo, cada uno es libre de organizarse como quiera.
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Valverde de los Arroyos |
Según dicen en la zona,
Valverde de los Arroyos es el pueblo más conocido de la arquitectura negra; desde luego su casco histórico, que se encuentra concentrado en torno a la
plaza Mayor y a la iglesia, es de los mejor conservados y de los más llamativos. Precisamente la plaza Mayor es una de las cosas que más llama la atención, porque toda ella está solada con lajas de pizarra; normalmente se ven las pizarras en los tejados y en algunos muros, pero en casos como el de Valverde hay calles que también han sido empedradas con pizarra en lugar de con cantos rodados. Así que cuidadín si vais en invierno, porque este suelo resbala y bastante. Además de la plaza, podemos ver aquí mismo la
iglesia parroquial, consagrada a San Ildefonso, y la
ermita de la Virgen de Gracia, que está a las afueras del pueblo, al lado del cementerio. Pero sin duda lo que no nos podemos perder aquí son las
chorreras de Despeñalagua, una serie de cascadas por las que el agua va cayendo escalonadamente desde una altura de algo más de 100 metros. Si algún valiente se atreve a meterse, tendrá que hacerlo en verano porque durante la mayor parte del invierno el agua en esta zona está directamente congelada.
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Ermita de Nuestra Señora de los Enebrales |
Un poco más adelante llegamos a
Palancares, que yo diría que es el pueblo más pequeño del recorrido; al pasar por él estaremos rodeando una ladera del pico Ocejón, que es uno de los puntos más conocidos de esta zona. Sin embargo y aunque está incluido en la lista de pueblos de la arquitectura negra, creo que lo más destacado de Palancares, sin duda, más que sus casas y sus edificios, son los bosques que lo rodean. De hecho es curioso porque más que un pueblo construido en mitad de un bosque, la sensación que nos da al pasar por allí es más bien la de que ha sido el bosque el que se ha ido metiendo en el pueblo. Si seguimos avanzando nos encontramos
Almiruete, situado en la falda del monte Cabeza de Almiruete; lo primero que veremos casi con total seguridad será su
iglesia parroquial, del siglo XII. Como curiosidades, en la plaza hay una fuente que se construyó a finales del siglo XVIII en honor a Carlos IV; y aunque parezca increíble tenemos un museo en este pueblo tan pequeñito; se trata del
museo de botargas y mascaritas, que no he tenido ocasión de ver pero que menciono porque me resulta interesante: lo han dedicado al Carnaval del pueblo, en el que los botargas son los chicos y las mascaritas las chicas.
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Ciudad encantada |
Al llegar a
Tamajón desde Valverde de los Arroyos habremos terminado nuestro recorrido por uno de los brazos de la ruta. En Tamajón, entre otras cosas, podemos visitar su
monasterio cisterciense del siglo XIII, la
iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, y un antiguo palacio de estilo plateresco que hoy alberga el
ayuntamiento. A las afueras del pueblo están la antigua
fábrica de vidrio, que por desgracia en la actualidad se encuentra en ruinas; la
ermita de Nuestra Señora de los Enebrales, junto a un bosque precisamente de enebros; y la
ciudad encantada, una zona muy curiosa en la que la erosión ha ido creando diferentes formas e incluso cuevas en las rocas. Muy cerca de Tamajón, tras pasar la ermita de los Enebrales, hay una carretera que nos lleva a un pueblo que no está en la lista oficial, pero que de todos ellos es mi favorito. Se trata de
La Vereda, que supongo que lo visita menos gente porque la carretera que lleva hasta él no es que sea muy buena; de hecho está sin asfaltar, y la última vez que fuimos yo juraría que tanto mi padre como mi hermano no se fiaban de mi memoria y pensaban que me había equivocado de camino, cuando veían que pasaban los minutos y esa carretera no se acababa. Y esto fue en otoño; en invierno, a no ser que vayas en todoterreno, es bastante posible que no consigas ni llegar.
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La Vereda |
Desde la primera vez que lo visité hasta esta última, La Vereda ha cambiado bastante, porque estuvo durante mucho tiempo despoblado y de un tiempo a esta parte lo están rehabilitando. El único requisito reconstruir las casas utilizando los materiales típicos de la zona que, por supuesto, son la piedra y la pizarra; el objetivo es que todas tengan el mismo aspecto. Personalmente, a mí este pueblo es el que más me gusta no sólo por su arquitectura, sino principalmente por su entorno; si vas paseando por él pueblo, acabas llegando a una zona en la que tienes frente a ti las montañas y a tus pies un acantilado. Y allí se respira una tranquilidad que no he visto en otros. Desde aquí otra opción es continuar por la carretera hasta llegar a
Matallana, y después retroceder de nuevo hasta Tamajón porque allí el camino se acaba y no podemos continuar.
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El Espinar |
Una vez que hayamos llegado a Tamajón, podremos hacer el lado opuesto de la ruta; así pasaremos en primer lugar por
Campillejo, una aldea de varias casas rurales con muy buena pinta. Es muy curioso porque la mayoría de sus calles son en realidad callejones sin salida, a los que sólo tienen acceso las personas que viven en la casa correspondiente. En cualquier caso, por él pasaremos sí o sí, porque está pegado a la carretera así que lo atravesaremos en algún momento de la ruta. Otro pueblo también muy pequeñito es
El Espinar, que está en un sitio muy chulo, rodeado de huertos y hasta con un lavadero de piedra que todavía se conserva. En sus cercanías se encuentra el
cerro del Jaralón, al que merece la pena dedicarle una pequeña excursión si tenemos tiempo. Más adelante volveremos a pasar por el pico Ocejón, cuando lleguemos a
Roblelacasa; las viviendas de este pueblo están incluidas entre los
mejores ejemplos de la arquitectura negra; sin embargo, de su iglesia sólo quedan restos. Es llamativo además que en un pueblo tan pequeño haya nada menos que cuatro tiendas en las que podemos comprar productos artesanos. Si nos apetece además darnos una vuelta por las afueras, podemos ir hasta la
cascada del Aljibe, una ruta muy facilita de hacer y en cuyo final veremos unos saltos de agua espectaculares.
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Campillo de Ranas |
En
Campillo de Ranas también se encuentran otros de los mejores ejemplos de la arquitectura negra. Casi todas sus casas tienen la misma estructura: un zaguán, la planta baja que se utiliza como vivienda, un corral y el piso superior, que se suele usar como pajar; algunas de ellas han sido rehabilitadas como casas rurales, y yo diría que de todos los pueblos del recorrido, este es el que más alojamientos tiene. En la
plaza de Santa María Magdalena podemos ver la
iglesia parroquial consagrada a esta virgen y de las iglesias más bonitas de todo el recorrido; destaca principalmente su torre, que es bastante alta y mezcla piedras de distintos colores. Al lado de la plaza y de la iglesia hay un curioso
reloj solar, y aquí también tenemos un
museo de maquetas de lo más interesante. Si nos apetece ir a las afueras, podemos subir hasta el
mirador de la fuente de las ranas, desde el que hay unas vistas preciosas.
Por último, ya sólo nos quedarán un par de pueblos más para dar por finalizada la ruta. El primero de ellos es
El Cardoso de la Sierra, en el que destaca su
iglesia de Santiago Apóstol, del siglo XI, y la
ermita de San Roque, bastante más moderna, del XIX. La fuente de la plaza fue reconstruida hace algunos años; también se encuentra aquí la
fuente de la Malilla, la más antigua de la zona, y un molino construido con piedras del mismo lugar, que está situado junto al río. Y en último lugar llegamos a
Majaelrayo, donde podemos visitar su
iglesia parroquial, consagrada a San Juan Bautista, y por supuesto recorrer sus calles y ver sus casas, que también son uno de los mejores ejemplos de arquitectura negra. A las afueras del pueblo podemos ir al
arroyo de la Matilla o al
pico Campachuelo, desde donde hay unas vistas muy chulas del pico del Ocejón.
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Majaelrayo |
Si la zona os pilla cerca y no la conocéis aún, yo ni lo dudaría y me animaría a hacer esta ruta aunque fuera para dedicarle un solo día. Ya puestos, lo divertido es quedarse por allí un fin de semana, porque además desde que la zona se puso de moda han proliferado las casas rurales y seguro que en cualquiera de los pueblos del recorrido encontráis alguna; las hay chulísimas además. La ruta de la arquitectura negra parece un trayecto muy largo, sobre todo porque pasaremos por un montón de pueblos (incluyendo algunos a los que nos podremos desviar aunque no estén en la lista "oficial"; pero sumando todas las distancias entre unos pueblos y otros, el total de kilómetros no llega a los 100 así que desde luego el número de kilómetros no es excusa.