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18 de enero de 2016

No puede ser...

Imagen: Telecinco.
No puede ser que el programa con más audiencia de las mañanas sea "esto". No puede ser; vamos, no me lo puedo creer. En realidad, no es un programa que vea lo suficiente como para poder apreciar todas sus características, pero el formato es tan malo y tan viejuno que les hago un rápido resumen de lo que me parece: deprimente.

El programa se divide en varias partes: una primera, supuestamente "seria", en la que tratan de política pero "asín" de aquella manera. Tenemos a la jefa del programa, que es Ana Rosa, que ejerce de algo parecido a "moderadora" de otros periodistas que más que analizar cosas políticas o de la actualidad, lo único en lo que están realmente interesados es en pelearse entre sí. Pero por cualquier cosa, eso es lo de menos; el caso es armar ruido y que todo parezca "intenso" y "preocupante", cosa que por otra parte es la tónica general de cualquier "tertulia política" de las que se estilan ahora, donde la pelea de egos de los participantes es lo único que se ofrece al espectador.
Hace años, el programa informativo matinal de Tele5 era bastante bueno y con buenas entrevistas, se trataba la actualidad con más rigor y se hacía interesante y ameno, hasta que un día, nadie sabe el porqué, aterrizó en ese espacio como conductora-presentadora María Teresa Campos y se cargó el formato con sus estupideces de "diva" televisiva; pero se lo cargó de tal forma que desapareció. Y hasta ahora, nunca mais.

Es decir, hubo un tiempo en que Tele5 no era la completa y rotunda mierda que es ahora.

Porque de política no te hablan apenas nada más que algún titular suelto, pero te queda ya mal cuerpo para el resto de la mañana con la cara de vinagre que traen todos y con las discusiones absurdas que se montan, además del paupérrimo nivel de retórica de los tertulianos, que traen tres frases aprendidas y puestas de casa y es lo único que saben y les interesa decir. Loritos es lo que son, y encantados de oírse graznar. No puede ser que el nivel de periodismo de este país sea tan nefasto, no puede ser que sean tan tontos; más bien creo que piensan que quien los ve sí lo son y por eso recurren al cacaculopedopis para desarrollar sus intervenciones sin molestarse en nada más... Alucinante. Cuando se acaba el tiempo destinado a esta competencia de egos de "tertulianos-loritos" políticos, te queda cara de que esta gente a lo que se dedica es a tratar al espectador como si fuera un imbécil. Lo cual a usted no sé, pero a mí no me gusta na-da.

Finiquitada esa parte, pasamos a "sucesos" y como por desgracia siempre alguien mata a alguien o similar, pues otro rato de tratar al espectador como si fuera imbécil sin remedio. Y luego llegamos a la parte de "crónica social", que no es otra cosa que hablar de los "fijos" de la cadena, que no son más que los protagonistas de los otros programas, como la Esteban y asociados, Paquirrín y familia y, por supuesto, la madre de Paquirrín que no falte. Que yo se lo digo en serio, y es que estoy tentada de pedir por escrito y ante notario al Ministerio de Interior que le den el indulto a la Pantoja ¡para que dejen de hablar de sus entradas y salidas de la cárcel! Es insufrible, oiga, qué ansia, qué tontería todo; ¿de verdad que a alguien le interesa saber qué desayuna, qué hace y a qué hora mea la Pantoja en su estancia carcelaria? No me lo creo. Que no, que no me lo creo, que hasta las fans más acérrimas tienen que estar hartas, pero como así rellenan programa sin hacer gasto, venga rollo de la Pantoja y similares.

He visto esto de Ana Rosa de forma muy ocasional y más que nada como ruido de fondo mientras hago otras cosas si estoy en casa, pero ese es el formato. Y siempre acabo cambiando de canal porque se me hace insufrible. No puede ser que esto sea un programa que tenga buena audiencia, no me lo creo. Y digo yo... A esas horas de la mañana este programa no lo puede ver mucha gente con asiduidad y a diario, salvo jubilados, enfermos y desocupados ocasionales, y solo es posible una definición y es la de absolutamente deprimente, se lo aseguro. Es un formato rancio, rancio, raaancio, como muy viejuno, de cotillas malos, de jijijis de patio de escalera y donde lo que predomina es crear "polémicas" de tonterías y tratar como tonterías cosas más importantes. Y también les digo una cosa y es que es todo un despropósito desinformativo, inventan más que informan y es todo de un ridículo que yo no acabo de entender ni comprender y no le veo el interés ni la gracia por ningún sitio.

Si esta es la televisión "informativa" y de "entretenimiento" que se hace en este país, es lamentable.

No se puede tratar al espectador de esta manera, oiga. Siempre le echamos la culpa de los males presentes a la poca educación que reciben nuestros vástagos en los sistemas educativos, pero nadie dice nada de este tipo de programas para público adulto que, además de no aportar nada interesante, disculpen que sea repetitiva, es que tratan a sus espectadores como si fueran tontos. Y no dudo que si se ve un par de semanas seguidas este programa y otros similares, la gente que lo vea se vuelva gilipollas perdida. Y el que este programa sea líder de audiencia, o eso dicen, de las mañanas, es profundamente descorazonador. Si se ven en el trance de estar en casa por las mañanas y quieren o pretenden estar informados de la actualidad, no vean este programa. Dediquen su tiempo a cosas más interesantes o aprovechen para dormir, su cerebro se lo agradecerá.

13 de enero de 2016

Cuadernos cátaros (IV): Lagrasse, Villerouge-Termenès, Peyrepertuse y Quéribus

Claustro de la abadía de Lagrasse.
Tenemos un día muy completo, así que toca madrugar para aprovechar el tiempo lo más posible. Dejamos Carcassonne y ponemos rumbo a Lagrasse, que está tan solo a unos 40 kilómetros, y donde visitaremos la abadía del mismo nombre. En la entrada-tienda de recuerdos nos dicen que la visita se hace de manera libre, aunque en el precio está incluida una audioguía, disponible en español, que te va explicando todos los detalles mientras vas recorriendo las diferentes estancias.

El ambiente es de lo más tranquilo y recorremos la abadía totalmente solos, así que podemos ir parando sin problema en todas y cada una de las salas. De todas las estancias, mi favorita resulta ser el claustro, que en realidad me recuerda a una típica corrala de las que tenemos todavía en el centro de Madrid. En la zona exterior de la abadía hay un enorme huerto por el que también aprovechamos para darnos una vuelta, porque es un gustazo pasear por allí.

Castillo de Villerouge-Termenès.
Tras visitar la abadía, ponemos rumbo a nuestro siguiente destino: el castillo de Villerouge-Termenès, en el pueblecito del mismo nombre. Este castillo está íntimamente relacionado con Guillaume Bélibaste, el último cátaro conocido, que fue quemado en la hoguera entre los muros de este edificio por no abjurar de su fe; es decir, el castillo es el último escenario oficial de la historia del catarismo. Por motivos de conservación no se puede acceder al pueblo en coche, así que lo dejamos en el aparcamiento que hay a la entrada; justo a su espalda tenemos las indicaciones para llegar al castillo, que está muy cerca. En este caso no tendremos que subir montañas interminables, ni tampoco veremos paisajes espectaculares desde las alturas, ya que el castillo se encuentra al mismo nivel que el resto del pueblo.

El edificio está muy bien conservado, y contrasta totalmente, por ejemplo, con lo poco que queda del castillo de Montsegur. Y desde luego Villerouge-Termenès no es tan imponente, pero también tiene su encanto; fue restaurado, y hoy día se considera uno de los ejemplos más bellos de arquitectura medieval en esta zona de Francia. Lo que sí se conserva igual que en sus orígenes son las cuatro torres que lo flanquean.

En la entrada nos atiende una señora muy simpática que, cuando nos pregunta de dónde somos y le decimos que españoles, se pone a hablar con nosotros en un español casi perfecto. Con nuestras entradas nos da las audioguías, incluidas en el precio, y nos explica cuál es el mejor orden para recorrer el castillo y enterarnos bien de todo. Empezamos por la planta baja, en la que Bélibaste nos indica que será él, a través de la audioguía, quien nos llevará por el interior del castillo; lo más original, o al menos yo hasta ahora no lo he visto, es que no tienes que andar pulsando botones con números sino que es ella sola la que se activa cuando detecta que vas entrando en las diferentes estancias. En esta planta baja nos cuentan todos los detalles sobre la vida de Bélibaste, y la planta primera está dedicada al arzobispo de Narbona; en la segunda planta vemos diferentes objetos de la época, así como una pareja vestida de medieval, preparada para ir a un baile. Desde aquí subimos las escaleras que nos llevan al camino de ronda, recorremos todo el perímetro del castillo y contemplamos las estupendas vistas desde los 23 metros de altura de la torre del homenaje.

Como curiosidad, en uno de los laterales del castillo está la Rotisserie Médievale, un restaurante en el que sirven recetas originales de los siglos XIII, XIV y XV, gracias a la labor de investigación de historiadores y medievalistas. Lástima no haber metido en la maleta mi traje medieval, porque habría sido un puntazo quedarse allí a comer, y vestida de turista no es lo mismo... En cualquier caso ya va siendo hora de hacer un alto en el camino, porque comer hay que comer de todas formas, así que paramos en el trayecto hacia nuestro siguiente destino y después seguimos rumbo hacia Duilhac-sous-Peyrepertuse. No tenemos muy claro si vamos a poder subir al castillo, porque el día ha amanecido más o menos despejado pero, según vamos llegando al pueblo, vemos unos nubarrones negros y con muy mala pinta. El castillo de Peyrepertuse está en una montaña de unos 800 metros de altura, y las nubes están justo encima; pero decidimos continuar camino y una allí ya decidiremos qué hacer.

Aves rapaces en Peyrepertuse.
Cuando por fin llegamos al sitio habilitado para aparcar a los pies del castillo y vemos dónde está, a mí me da la sensación de que la subida va a ser más difícil aún que la de Montsegur; no sé si son las nubes que tapan medio castillo y casi no lo veo, o que al estar tan integrado en la montaña parece un acantilado, pero el caso es que se me cae el alma a los pies... Aunque ya que hemos llegado, habrá que animarse a subir. Al lado del aparcamiento hay una pequeña zona de picnic, unos aseos, la taquilla y la tienda de recuerdos. La subida despista un poco, porque el primer tramo es un camino muy bonito por el que vas paseando rodeado de vegetación y arbustos, pero hacia la mitad nos encontramos una cuesta con una pendiente muy pronunciada; pero por supuesto, una vez arriba, merece la pena el esfuerzo porque las vistas son sencillamente espectaculares. Aunque también agradecemos haber sido previsores y haber subido con prendas de abrigo, porque en lo más alto de la montaña hay unas ráfagas de viento increíbles y hace bastante frío. Aprovechando que al llegar vemos que un cartel anuncia una exhibición de cetrería, nos quedamos para verla; no dura mucho, pero en el poco rato que estamos allí acabamos con los ojos rojos, la melena al viento y tierra por todas partes. Incluso uno de los pájaros tiene un momento complicado para aterrizar, porque la corriente lo lleva hacia el lado contrario.

Después de la exhibición nos dedicamos a recorrer el castillo, que está dividido en cuatro partes: el recinto bajo (protegido por la muralla y dos torres, y en el cual se encuentra también el camino de ronda), el torreón viejo (aquí se encuentran las ruinas de la iglesia románica de Santa María y los restos de una antigua vivienda), el recinto mediano (con ruinas de varios edificios que fueron construidos alrededor de una cavidad natural de la propia montaña) y el torreón de Sant Jordi, con sus diferentes habitaciones adosadas, y al que se sube por la escalera de San Luis; en esta escalera, por cierto, hay que ir con cuidado porque los escalones resbalan y la barandilla es una simple cuerda sujeta a la piedra, así que sobre todo si hace viento es mejor ir agarrado. Una vez arriba, por supuesto las vistas son increíbles; si el día está despejado, como nos ocurre a nosotros en algún momento, al fondo se ve incluso en castillo de Quéribus. Y en fin, desde esas alturas a mí el paisaje me recuerda muchísimo a Edoras...

Nuestro siguiente destino es precisamente el castillo de Quéribus, que ya decía que hemos visto previamente porque en algunos momentos en los que el cielo se ha despejado un poco, su silueta se aprecia desde el de Peyrepertuse. El castillo de Quéribus se encuentra a las afueras de un pueblecito llamado Cucugnan, sobre una montaña de unos 800 metros de altura. En la falda de la montaña hay un aparcamiento, y justo enfrente vemos una zona de picnic, unos aseos y la taquilla, dentro de una casita de madera muy chula que me recordó a las de algunos pueblos de Alemania. Desde la taquilla sale un camino de tierra, en principio con no mucha pendiente pero que se va complicando hasta llegar a una escalera un poco más empinada que va bordeando el castillo; según subimos se nota el viento cada vez más, y de hecho en algunos tramos no podríamos subir de no ser por la cuerda que hay a modo de barandilla. Ya me habían advertido de esto y pensé que quizá era un poco exagerado, pero desde luego no lo es; vemos por todas partes carteles que avisan de que hay que tener precaución con el viento, y además cuando hay tormenta no te dejan ni visitar el castillo. Es decir, que no hay que tomárselo a guasa.

Vistas desde el castillo de Quéribus.
El castillo está formado por tres recintos superpuestos, construidos de tal manera que se camuflan perfectamente en la roca. A lo largo del recorrido vamos encontrando paneles explicativos de cada punto de interés: una de las primeras cosas que vemos son los talleres y las antiguas caballerizas, además de uno de los muros de defensa. Más adelante atravesamos una puerta con un arco y llegamos al camino de ronda y al primer nivel de la muralla defensiva. Después subimos por otra escalera y encontramos el antiguo cuartel, junto al cual también hay restos de viviendas, de cisternas y de chimeneas, entre otras cosas. En el tercer y último nivel están las almenas y la torre del homenaje, en cuyo interior está la sala del pilar, que tiene como elemento más destacado un pilar en forma de palmera. Y desde la zona más alta de la torre vemos la silueta del castillo de Peyrepertuse, igual que desde él hemos visto antes la silueta del de Quéribus.

Con esto termina nuestra ruta por tierras cátaras. A última hora ponemos rumbo a nuestro siguiente destino: el hotel Univers en la ciudad costera de Rosas, en la Costa Brava, que será nuestro lugar de descanso y relax durante los últimos días de las vacaciones; pero esa es otra historia...