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Imagen: Tebeosfera. |
Para empezar, Halloween no ha llegado. Halloween estaba tan tranquilo en su sitio (y allí debería seguir estando), que es en las películas americanas, porque por aquellos lares son gran mayoría de herejes que no están al tanto de Cuaresmas ni Carnavales ni fiestas de Reyes Magos y por eso hacen eso de disfrazarse y hacer el chorras por la calle por estas fechas. Y no será porque no conozcan los Carnavales de Río de Janeiro, pero mire usted por dónde, los americanos de los Estados Unidos de América tienen la suficiente personalidad como para no copiar todo lo que conocen y ven por la tele y salvo en Nueva Orleans por su pasado católico francés-español o en la frontera con México y la otrora Nueva España y su fiesta de los muertos, con esto de Halloween, que es una tradición católica de caridad con origen irlandés y que luego se desmadró un pelín, los americanos la reconvierten en un día de cachondeo y, sobre tod , para no ponerse tristes recordando a sus fallecidos seres queridos, que para eso son ellos muy sentidos, que ni una gamba con cabeza se pueden llevar a la boca porque lo de la muerte y los muertos les da mucho yuyu. Pero hala, ya tenemos que ir todos por estos lares, como perritos lameculos, a imitar las yanquilanadas de las pelis. Después mucho rollo progre de lo de
yanqui go home y Estados Unidos es lo peor y blablabla antiamericano, pero ya ven que vamos cuesta abajo y sin frenos por el camino de la obesidad mórbida por la imitación de sus americanas y cinematográficas costumbres culinarias (superpizzas, superhamburguesas, supertartas, superbatidos hipercalóricos, etc.) apoltronados delante de la tele y tan contentos.
Esto de celebrar Halloween en tierras patrias surgió, como todo lo absurdo y ridículo, por pura envidia, porque ¿dónde se celebraba esto de disfrazarse en noviembre por aquí cerca? Pues en los colegios británicos y/o americanos, o, por resumir, en los colegios anglófonos de este y otros países, donde se imparten clases solo en idioma inglés y, como es lógico, se hace referencia y celebración de celebraciones anglos, lo mismo que en los colegios franceses se estudia la vida y milagros de Napoleón como gran héroe nacional. Pero los vecinitos de los alumnos de estos colegios anglofónos pues no, que no se celebraba nada ni en los colegios ni en las familias durante el puente de Difuntos; era un día sin cole ni trabajo en el que algunos van al cementerio a poner flores y otros aprovechan para un pequeño viaje o se quedaba en simple día festivo y, como tradición culinaria, tenemos eso de los pastelitos "huesos de santo", que es una forma de preparar al estómago para la avalancha de azúcar en vena que ya pronto se avecina con los mazapanes, polvorones y turrones navideños.
Porque sí, señoras y señores, también en España tenemos tradiciones del día de Difuntos aunque parece que estamos afectados por amnesia y ya nadie lo dice ni parece que se quiera acordar, pero la tradición lo que marcaba en la vispera de Difuntos era ¡ir al teatro a ver, por supuesto, el
Don Juan Tenorio de José Zorrilla! No, no me lo nieguen, ni miren a otro lado ni hagan como que nunca han oído tal cosa, que a quien no iba al teatro se lo ponían por la tele y, año tras año, el Tenorio era fiel a su cita.
- Pues a mí no me suena...
- ¿Le suena a usted eso de cómo están ustedeeeeesssss de los payasos de la tele?
- Sí, eso sí.
- ¿Sabe usted quién es La Ruperta?
- Hombre, claro: la calabaza del
Un, dos, tres, responda otra vez.
- Y
E.T. ¿la vio en el cine cuando la estrenaron?
- Pues claro, y anda que aún me acuerdo de la llorera que pasé cuando se pone malito...
- Y ¿qué me dice de
Pretty Woman, conoce quiénes son los protas y de qué va?
- Por supuesto, la Julia y el Gere y que ella es puta y él millonario guaperas.
- ¡Pues le he pillado, colega! Que
Pretty Woman cumple este año su 25 aniversario y usted y yo, que estábamos allí, sabemos que ni de casualidad se hacía por estos lares la chorrada esta del Halloween y, por tanto y entonces, sabe y está en edad de saber de esa tradición ancestral de representación teatral del Tenorio en vísperas de Difuntos.
- Oiga, pues no.
- Oiga, PUES SÍ. Usted, ignorante de la vida, no me lo niegue ni mienta como bellaco y se lo voy a demostrar ahora mismo. Acabe la frase: "Cuán gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si en concluyendo esta carta...".
- ... no pagan caros sus gritos.
- ¿Lo ve, alma de cántaro, como sí se lo sabe? ¡Si los mejores y más prestigiosos actores se pegaban de bofetadas por ser el Tenorio y doña Inés de cada temporada y todos les poníamos nota, como si fuera Eurovisión! Y nada más y nada menos que ya han pasado 170 años desde el estreno de la obra y la tradición que nos cuenta el castigo al tunante y bravucón Tenorio y cómo desde el más allá vienen a pedirle cuentas cada víspera de Difuntos.
- Pues a mí no me suena.
- Calle y no moleste.
Bueno, pues tan tranquilos estábamos con nuestras tradiciones de limpiar y adornar las tumbas de nuestros seres queridos, tropezando unos con otros por el cementerio porque se ponen todos petaos de gente como Manhattan en hora punta, chutándonos con el azúcar de nuestros dulces tradicionales y poniendo nota a los actores del Tenorio con aquello de
"¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?"
- Ah, pues eso sí que me suena.
- No se lo repito más, o se calla o llamo a seguridad.
Pues así estábamos, tan a gusto, cuando surgió la tragedia.
Esas madres (sí, siempre son las madres) de los niños que no iban al colegio inglés y veían llegar disfrazados como los de las pelis americanas a los vecinitos que sí iban al colegio inglés, y como si no estuvieran bastante escocidas y resentidas con no poder mandar a sus niños al colegio inglés, ¡con el glamour social que eso daba por lo lo caro que era eso!, ya lo de verlos disfrazados en vísperas de difuntos como los protas de
E.T., ¡eso no, eso sí que ya que no! Y a la inocente pregunta de sus hijos, tan envidiosos como su mamá, de por qué los vecinitos se podían disfrazar como en las pelis y ellos tenían que esperar a Carnaval, esa madre
invidiosa (dícese de estado de envidia permanente que nubla mente y capacidad de visión) se dijo que no, ¡más humillaciones no, que mis hijos no irán a un colegio inglés caro y remilgado pero para caramelos y disfrazarnos cuando ellos sí que nos da!
Y ahí empezó, con esa madre
invidiosa incitando a otras como ella, este RIDÍCULO despiporre que nos rodea, que nos da por copiar toda chorrada de las pelis americanas pero seguimos en el furgón de cola del aprendizaje de inglés, porque claaaaro, es más fácil imitar chorradas que estudiar. De los niños no digo nada, son niños y cuando eres niño todo cachondeo es bienvenido sin necesidad de explicación alguna, pero ustedes, padres y madres, que fomentan y jalean la estupidez en sus hijos, merecen sufrir las consecuencias y la mala conciencia del origen de esto de Halloween, que no era otra cosa que procesiones de pobres, harapientas y miserables familias enteras que iban de casa en casa, sabiendo que las familias se juntaban para rezar y además de rezar, comían en abundancia. Y pidiendo limosna para comer, ponían a los niños por delante para enternecer corazones y, a cambio, rezaban oraciones por los difuntos de sus benefactores. Con el tiempo, como todo se desmadra y esto no iba a ser menos, llegaron a formarse bandas organizadas (y disfrazadas para no ser reconocidos y resultar más intimidantes) que si no recibían limosnas y/o comida (o aunque las recibieran), entraban por la fuerza en las casas con ánimo de robo e intimidación. Y algún que otro asesinato.
¿Quiere usted celebrar el Halloween de verdad? Pues déjese de yanquilanadas y cutre fiestas de disfraces y botellón y organice con suficiente antelación su aportación al banco de alimentos más cercano a su domicilio, como la pionera familia de Pensilvania que fue quien realmente, en los años 50, popularizó la fórmula de Halloween para organizar una campaña de recogida de dulces y alimentos a favor de la UNICEF.
- Oye, Maru, petarda, no nos amargues la fiesta y no ofendas.
- Si se da por aludido es su problema y ya se lo advertí. ¡Seguridad!
Yo no sé ustedes, pero organizar fiestorros y cachondeos con disfraces para "celebrar" la tradición de dar cobijo a la miseria y pobreza de los más desafortunados, no lo veo .Y con la que está cayendo, de miles y miles de refugiados a los que tenemos que dar cobijo y que ya están a las puertas de nuestras casas, me parece hasta obsceno si solo es una excusa para fiestorro y botellón. Sea usted, padre y madre de niños, preadolescentes y adolescentes con lógica gana de juerga, un ser adulto, responsable y coherente como corresponde a su edad y entérese y explique a los menores de su casa el origen de esa tradición ajena y haga algo útil, en vez de o la par que esta mamacharrada comercial que aceptamos que nos invada como mala hierba y, además, encantados de la vida.
Porque resulta que también tenemos nuestras propias tradiciones ancestrales, tan lícitas y respetables como las ajenas, y tenemos la responsabilidad de no dejar que caigan en el olvido por copiar otras, pues haga el chorra lo que quiera si es un vicio personal que no puede erradicar, pero podría compaginarlo con algo muy sencillo y es que sus hijos y familiares lean y representen el Don Juan Tenorio y, me atrevo a más, sí, exijan y organicen una representación teatral de la obra con fines benéficos en su ayuntamiento, en teatros, en asociaciones de vecinos y hasta en sus casas. ¡Que retumbe en la víspera de Difuntos la voz del espectro del Comendador Don Gonzalo, padre de Doña Inés!
Y, tranquilos, que niños y adultos pueden igualmente disfrazarse pues, como todos ustedes saben, la obra comienza en la noche de Carnaval y representar Don Juan Tenorio siempre da mucho juego para eso de los disfraces.
- Maru, eres una borde y una aguafiestas.
- ¿Aún sigue usted aquí? ¡Qué cansina es su pertinaz ignorancia, oiga! ¿También celebra el Thanksgiving de Yanquilandia?
- ¿El qué?
- Sea útil y dele al Google translator.
- Vete al peo, Maru.
- Cuando usted salga y deje sitio.